lunes, 30 de septiembre de 2019

Popurrí (casi enfangándome, verás)

Otoño. Me recomienda mi gran amigo Joaquin RDC, ilustre escribidor y contador de cruentas batallas navales, que debo asumir de una vez por todas que el otoño es la mejor estación del año. Entre sus múltiples  bondades, destaca mi siempre ingenioso interpelante, las temperaturas agradables, los ocres de las hojas de los árboles, la luz de los atardeceres...y la erradicación total de chanclas y pantalones piratas. Vale, se lo compro, pero eso será en la península.  Me explico.

Durante el mes de septiembre, la sensación de humedad en Palma ha sido asfixiante hasta tal punto que los isleños hemos empezado a desarrollar escamas, branquias y aletas dorsales y ventrales y a boquear como pececillos de pecera. Si he de ser pez, mejor directamente desde mi orilla hasta la infinita línea del horizonte. 

La hojarasca ocre de los plátanos urbanos en breve comenzará a alfombrar suciamente las calzadas y aceras de nuestras calles y arrastradas por el viento, irán de acá para allá hasta que, en el mejor de los casos, cada sábado, desde bien tempranito, las hiperventiladas barredoras municipales y los sopladores de aceras, amenicen con su estruendoso rugido nuestro dulce despertar de fin de semana. Si he de ser hojarasca, mejor en los bosques de Segovia: la de esos robles y castaños centenarios.

Chanclas y pantalones pirata. Ahí, querido Joaco, debo entonar el mea culpa. Esto es Baleares, donde hemos adquirido hábitos muy confortables a la hora de vestir. Reconozco que no siempre son los más ortodoxos y que una sencilla bermuda, adecuadamente combinada puede resultar, en relación confort/elegancia muy "ponible" y tolerable durante algunos meses más que en la peninsula. Y lo de las chanclas.....bueno sin abusar, también.....Eso sí, por el pantalón pirata no paso, lo juro!

Greta y los garbo. La murga que nos están dando con la niña noruega, Greta y los garbo:  toda la tropa de corifeos que hacen correr ríos de tinta en prensa de papel y de megapíxeles en la digital y televisión agitando a mis niños y niñas, empujándoles a convocar y citarse en huelga por emergencia climática.... Atendí, leí y entendí a los más ilustrados que utilizan con lustre el nuevo término (al menos lo era para mí): "pedofrastia". Según la escribo, el corrector gramatical y ortográfico del blogger me lo subraya en rojo carmín. Alerta: palabro! no está todavía en el diccionario de la RAE

Pues eso no significa ni más ni menos que utilizar la presencia, imagen y expresiones de menores para reforzar argumentos y oh, curiosamente eso no es manipulación de menores, claro, como tampoco lo era la utilización de niños cortando autopistas y carreteras en los tristes acontecimientos acaecidos en la región catalana hace un par de años. Cambian las reglas del juego; vale todo (o casi). Rafael Latorre lo destacaba en un artículo hace unos días: "Nadie usa nunca a un niño por su poder de convicción, sino por su poder de coacción".

Dani García. Pese a mi permanente cabreo contra la estupidez humana intentaría no parecerme en nada a la colectivamente admirada y elevada a los altares, niña Greta  y su adusto semblante en un insufrible papel/momento Olivia de  Havilland "A Dios pongo por testigo....". Yo voy a tratar de solazarme, a falta de verano, con la gastronomía de otoño y, adicto a la plasticidad coquinaria de Dani García, voy a confeccionar y degustar unas lentejas a la riojana o un conejo a la cazadora o unas berenjenas fritas a su estilo con corvina tostada o un salpicón de pulpo, antes de que venga un imbécil a decirme que es lo que no debo comer. Si gustas....



Que estoy cabreado, me dicen. ¿Me faltarán motivos?

Nada, nada, que seguiré en mi orilla, compartiendo un café con hielo aunque sea en vaso de plástico, como imagen repetida de tantos serenos atardeceres.



lunes, 23 de septiembre de 2019

la fotito del guasap

Se inundan los móviles con las fotos del guasap. Muchas de ellas son selfies simulando, tal vez, cierta espontaneidad; cara de sorpresa o de satisfacción, como si fueran emoticonos de carne y hueso, con el fondo azul de una bonita cala o en la mesa de un restaurante con un montón de golosas viandas o bien de sus restos, rodeadas por los culines de las copas de vino que las acompañaron y unas migas de pan sobre el mantel.

Se multiplican especialmente en verano y no hay ni mano ni mente inocente que hayan superado la irresistible tentación de querer compartir en sus grupos de chat el placer que aporta la bonita imagen de una playa, con sus olas, su brisita o su fondo de barcos, fondeados ante la línea del horizonte, pespunteando sus mástiles un cielo intensamente azul.



Yo el primero, exhibimos nuestro deseo de vivir todos esos placeres que, sin compartirlos en una foto con cuatro palabritas insinuantes, no parecen tan satisfactorios. De eso me acuso pero no siempre es vanidad, creo, sino el mero afán de demostrarnos y mostrar a nuestros amigos que sabemos apreciar la vida, que indicamos el camino. Nunca con el detestable ánimo de generar envidia, no qué va!!

Ocurre con cierta frecuencia. Enfocan al público de una acontecimiento deportivo y en lo que el tenista va a sacar o a pegar un lingotazo a la botellita de agua, un futbolista va a sacar un corner o un jugador de baloncesto va a lanzar un tiro libre, los espectadores disparan, una foto tras otra, con su móvil. A veces la imagen de la pantallita es mucho más lejana y fría que la mera observación del evento sin que entre el fotógrafo y lo fotografiado haya dispositivo alguno. ¿No nos estamos perdiendo algo? ¿Por conservar y poder mandar una imagen, no nos estamos privando del contacto visual directo? ¿Sustituye por un montón de megapíxeles la imagen de algo que nos gusta que debiéramos guardar en nuestra propia memoria, captada por la retina y enviada directamente al cerebro?

De vez en cuando, buscando una foto del pasado en alguno de las múltiples carpetas de archivos que conservo en el ordenador o en algún disco duro me planto ante el álbum familiar y empiezo a pasar, con cierta nostalgia que no es mi intención disimular, una a una las imágenes que conservo de un tiempo pasado. Curiosamente, de la inmensa mayoría de esas fotografías conservo el recuerdo intacto del momento preciso y circunstancias en que las hice. Es una cualidad de la memoria que no se da con la misma intensidad cuando me refiero a fotografías del móvil. Con la cámara fotográfica había que enfocar, medir la luz, acotar el campo, acercarse con el zoom....Con el móvil se dispara y punto. Luego se abre con el programa adecuado y se encuadra, se nivela, se ajusta la luz, el color y si, además, se dispone del photoshop…..ni te cuento.

Desde mi, todavía no abandonada, residencia oficial de verano, desde mi orilla, en estos últimos días de estación, con muy poca gente ya en la playa y ayudados por una tenue luz de atardecer, unas jóvenes se retratan recíprocamente y tras cada fotografía toman e intercambian entre sí sus móviles, teclean y, muy probablemente, manipulan sus posados. Levantan un pie, ladean sus cabezas, coquetean con un sonrisa fatua y diseñan un fondo azul desprovisto de imperfecciones. Es la foto del verano, su imagen del perfil del guasap.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Gota fría

Los alocados vencejos alevines están aprendiendo a volar y apenas tienen dos meses de vida. Lo hacen de forma torpe, caótica, pero silenciosa. Van y vuelven entre los edificios de mi calle y más de uno roza los toldos y barandillas de las fachadas. Temo que alguno pueda quedar atrapado en mi balcón. Para mayor dificultad en ese trémulo aprendizaje, el duro viento racheado los levanta hasta cotas cada vez más elevadas y llegan a desaparecer del alcance de mi vista. Por momentos parecen docenas de bolsas de papel bailando el vendaval. El fondo es un cielo tiznado por negros nubarrones de cuerpos sólidos, de aspecto fiero y amenazante. Ruge feroz el horizonte y suenan, aproximándose, tambores de guerra. Se oscurece el escenario, como si hubiera caído una torreta de alta tensión y aparecen las primeras goterones, del tamaño de monedas de dos euros, que caen con violencia sobre el asfalto: llega la temida gota fría.

Pasó el verano y desde mayo volaban las golondrinas de acá para allá hasta rozar con el pico los nidos colgados de los aleros. Resulta complicado entender el misterioso, casi mágico, sistema de captura de insectos para la alimentación de sus polluelos, pero mucho más difícil es creerse que entre que van y vienen, suspendidos en el aire sin dejar de aletear en ningún momento, no olviden depositar la comida en ninguno de los picos abiertos en el nido. Y así todo el día, especialmente al final de la tarde.

Cuando los calores de agosto arreciaron y las temperaturas superaron durante muchos días seguidos los cuarenta grados, miles de estos polluelos cayeron de sus nidos. Recogidos mimosamente y alimentados con jeringuillas por un sinfín de altruistas ciudadanos, la mayoría ha sobrevivido y vuelan ahora libres e independientes, preparándose para su gran viaje migratorio. 

Me asomo al balcón y los veo aprendiendo a volar. En la televisión, España se juega el pase a semifinales del mundial de baloncesto, pero la lucha está en la calle, en las alturas y en las duras condiciones meteorológicas que se avecinan. Costaba separarse de ese espectáculo mientras volaban también los triples de Llull, Rudi y Ricky. 

Al cabo de un rato empiezan a sucederse las imágenes del guasap. Riadas, vientos huracanados, torrentes desbordados, coches navegando en un espeso rio de barro y escombros...ya llegó la gota fría y vivimos en estado de alerta naranja.

Me asomo nuevamente al balcón. Sigue el horizonte amenazante, se desgañita el cielo casi tanto como el entrenador de la selección polaca de baloncesto -mas varonil el cielo, si acaso- rugiendo violento. Oscuro, frío e inhóspito se exhibe el escenario, inquietante el campo de vuelo de los vendejos alevines.

España jugará las semifinales, luego la final y..... CAMPEONES DEL MUNDO DE BALONCESTO!!!!!! 

Afloran los catetos y los tontos de tiza babeando porque el pivot o el escolta, qué más da, es de su pueblo. Cuidado, la saliva de alguno de estos puede resultar muy venenosa. Es muy tóxica.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Cambio de cromos

Sadurní, Rifé, Gallego, Torres......Martí Filosía. Así empezaba la alineación del barça con la voz atiplada del narrador radiofónico habitual de la época en Radio Peninsular, Miguel Ángel Valdivieso (a la sazón doblador al castellano, también habitual, de los personajes interpretados, entre otros, por Woody Allen). Otro de los narradores era Jose Félix Pons.

Empezó la liga y como todos los años, las semanas previas y especialmente la prensa deportiva, pero también la radio, la televisión y la prensa generalista se empeñan en dar pábulo al rumor y a coquetear con titulares imposibles y crónicas de opinión, a veces con marcado sesgo malintencionado, llevando a un equipo u otro a tal o cual jugador estrella.

Cuando de niño, allá por los 60,s, coleccionaba los cromos que todavía conservo en alguna cajita -a pesar de las mudanzas y cambios de residencia-, los futbolistas, salvo contadas excepciones, vestían una sola camiseta en toda su vida deportiva. Además, la equipación era solamente una, nunca una segunda o una tercera. Cuando, en blanco y negro, veíamos los partidos de futbol por televisión en aquellas soporíferas jornadas que culminaban con el partido de las 8 de la noche del domingo, era más que admirable que los tediosos comentaristas de la época nos hicieran creer con seguridad que cada jugador perteneciera a uno de los dos equipos sin distinguirse diferencia alguna entre ellos. Si el partido era desde El Plantío y jugaban el Burgos y el Murcia, desde el salón de casa se hacía difícil comprobar que el que conducía el esférico era Pocholo y no García Soriano, por ejemplo.

Intercambiábamos los cromos, dotándoles de un mayor valor cuando se trataba de jugadores de tu club de preferencia. Los de algunos jugadores; o muy "paquetes" o bien pertenecientes e equipos muy, muy rivales, les pintarrajeábamos la cara, poniéndoles bigote o perilla y gafas de pasta o melena donde no la había. Al dorso figuraba su edad de nacimiento, posición en el campo, trayectoria y número de goles marcados. Así, cuanto mayor era ese número, mayor era su valor a la hora de intercambiarlo. No recuerdo, en todo caso, haber pegado ni un solo cromo en su álbum y lo suyo era tomar con una mano todo el mazo, como si de tres o cuatro barajas de cartas se tratara y pasarlas hábil y velozmente a la otra hasta encontrar el jugador deseado. tengui, tengui, tengui....falti

Se cerró, por fin, el plazo para las nuevas inscripciones y toda la prensa cacarea, a favor o en contra, según,  con los nombres de las rutilantes nuevas estrellas que formarán parte de cada equipo este año. El verano, además de escuchar reguetón y aspirar el poluto aroma de cientos de cogollos ardiendo a mi alrededor, he tenido que soportar cada día, cada hora, cada minuto la alusión al sonado fichaje de Neymar...Veamos: este tipo, su padre y la corte de cuentistas que les rodean clavaron un puñal en la espalda de toda la masa social de un Barça mayoritariamente alineada en el pensamiento único del tan cacareado "Espanya ens roba", pero que parece tolerar de buena gana que una banda del crimen organizado le tome el pelo a ritmo de samba con una caipirinha en la mano. Este tipo ya se fue, cobró su pasta y decidió mangonear en otras latitudes; hacer croquetas, revolcarse sobre el césped y especializarse en simulaciones varias en otros campos. No ha ganado nada en lo deportivo pero sus bolsillos están llenos de avaricia y prácticas mafiosas. Extorsionan económicamente a los clubes que fichan a la supuesta estrella futbolística; que si tanto, que si cuanto...y cuando ya está a punto de cerrarse el acuerdo, con las consiguientes comisiones y además, dos huevos duros.

Siempre he defendido la libre competencia de los clubes para contratar y pagar a los futbolistas con arreglo a los importes que libérrimamente se pacten siempre y cuando la cuenta la paguen los clubes sin posibilidad alguna de endeudarse por encima de los umbrales legales permitidos ni dejar de atender sus gastos sociales. Que pague el soci! solo son trescientos millones de euros!!!


lunes, 2 de septiembre de 2019

Envuelta en una toalla, cubierta de nostalgia.


A María, 18 años.

Cala Marmácen, Andraitx. (Mallorca)

Llega por fin septiembre. Llegó su día 1 que, además, es el de tu cumpleaños y muy especial, este año, porque ya has cumplido dieciocho. Eso es mayoría de edad, licencia de vuelo y embarque inmediato. Como esa voz de antiguo manual de TCP,s  que suelo decirle a tu madre antes de salir al rellano de la escalera (sabes que me he planteado muy seriamente tener ahí una butaquita de lectura y una pequeña mesita para colocar un par de libros y una lamparita para hacer algo más entretenidas las esperas): ¡PUERTAS Y RAMPAS. DESPEGUE INMEDIATO!

El domingo pasado salimos a media tarde a pegarnos un chapuzón en Cala Marmacén (Puerto de Andraitx), liberada a esa hora de los inclementes rayos de sol, regalada  toda ella con una apacible sombra y una casi imperceptible brisa. Acabábamos de comer en el apartamento de tus tíos Luis y María, con tus primos y abuelos. La temperatura era fantástica y el mar de la cala era como el agua de un inmenso acuario. Desde el caminito que baja hasta la orilla se veía el fondo con una claridad de alta resolución. Tratábamos de "asegurar el perímetro" y limpiar de molestas medusas la zona de baño porque si no, tus  pequeños primos no querían zambullirse. Ahí estaba yo empeñado en sacar del agua, uno a uno, estos bellísimos seres morados, casi transparentes, que deben evitarse a toda costa. Luego el grupo se dispersó y te quedaste un tanto rezagada, buceando conmigo. Al rato saliste del agua, te envolviste en tu toalla blanca de rayas azules y flecos rojos y embozada hasta los labios, te sentaste, encogida por el fresco reinante, en los escalones más próximos a la escalerilla. Levantaste la barbilla y tu mirada alzada se perpetuó sobre la superficie del mar del horizonte con cierto aire de nostalgia. Serena belleza, pensé. Te vi desde el agua y me quedé colgado, sin que te dieras cuenta. Yo permanecía en mi baño-misión pero durante unos instantes no fui capaz de apartar mi mirada sobre tu silueta, recortada sobre un fondo de pinos y rocas en la quietud de una apacible calita, un domingo de finales de agosto. 



¡18 años, ya! Sí parece que fue ayer que habría sido incapaz de dejarte permanecer ahí, tu solita, sin los manguitos en tus brazos, intrépida como eras, buscando cangrejos -peludos- o cualquier otro bichito viviente o tranquila, comiéndote una bolsita de galletas de chocolate con forma de mini-dinosaurio.

Ha sido un verano intenso en el que apenas has dormido. Querías aprovechar todos sus días y todas sus noches. Te has ganado, gracias a tu esfuerzo titánico durante todo el último curso de bachillerato, disfrutar durante el día en la playa y por la noche con tus compañeros y amigas, celebrando los magníficos resultados, al tiempo que se acercaba el momento de empezar a plantearse que el próximo curso y los siguientes estarás lejos de casa, lejos de estas playas y de estos escenarios nocturnos donde has tratado de disfrutar cada minuto, cada hora, cada madrugada.

Reflexiono esto desde la quietud de estas cristalinas y templadas aguas de Cala Marmacén, mientras escucho las lejanas voces y risas de tu hermana y de tus primos, ajenos a las inquietudes que tratan de agitar, en estos momentos previos a tu vuelo, tu serenidad. Y sigues envuelta en esa toalla, impregnada de tu propia nostalgia, con tu mirada elevada, aparentemente tranquila y segura de ti misma. Bellísima.

Vuela, María, vuela y aprovecha cada nuevo minuto. Nada debe inquietarte. Yo, desde aquí, trataré de seguir asegurando tu perímetro. 

Orgulloso de ti  y plenamente satisfecho y feliz por la firmeza de tus convicciones.

Suerte!!

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...