Un día de estos, de madrugada, las golondrinas anidarán bajo mi almohada. No acaba de apuntar el alba y sus alocados trinos estallan al otro lado de la ventana, mucho antes de que Herrera se incorpore al micrófono de la Cope. Yo las escucho entre sueños, con la leve sensación de placer que me proporciona estar convencido de que no será el ronco sonido del despertador el que me aparte de mi película de cada noche. Soy yo, mi mano, la que con cotidiana parsimonia lo tomo con sigilo unos minutos antes de que pueda ratificar el cumplimiento de su misión diaria.
Uno está agarrado a sus sueños pero la vida suele tomar caminos distintos. No me pesa ni siquiera moralmente, no me frustra y trato de ser feliz en cada momento. Y sería muy injusto pensar que la vida no es maravillosa cuando sabemos de tanta gente que no pasa por sus mejores momentos. Con muy poquito se puede ser muy feliz, no cuesta tanto.
Los jóvenes cachorros preuniversitarios mallorquines toman Ciudadela como premio de fin de curso y de ciclo. Les espera a la mayoría un nuevo camino. No se me ocurre que puedan iniciar de otra manera el que probablemente sea el mejor verano de sus vidas que con una fiesta como esta. Prudencia, jovencitos.
Un par de bañadores, dos camisetas y unas chancletas. Es todo lo que he necesitado para tomarme un lujoso pero a la vez modesto fin de semana en el Puerto de Sóller. Y un par de libros a los que al final no he prestado mucha atención porque cuesta apartar la vista de este entorno paradisíaco y si, además, la excelente generosidad de Marga y Javier te obsequia con una excursión marítima hasta Sa Costera y al final de una relajada y prolongada sobremesa gastronómica te sorprende la puesta de sol antes de que las llamas de San Juan abrasen las primeras sardinas...
No hemos saltado hogueras ni encendido ni tirado petardos - ya no son años- pero hemos participado de la noche de verbena sobre el Puerto, "terraceando". Primer fin de semana de verano. No puede empezar mejor.
Feliz verano a todos. Prudencia, jovencitos. La vida tiene que ser larga.
Uno está agarrado a sus sueños pero la vida suele tomar caminos distintos. No me pesa ni siquiera moralmente, no me frustra y trato de ser feliz en cada momento. Y sería muy injusto pensar que la vida no es maravillosa cuando sabemos de tanta gente que no pasa por sus mejores momentos. Con muy poquito se puede ser muy feliz, no cuesta tanto.
Los jóvenes cachorros preuniversitarios mallorquines toman Ciudadela como premio de fin de curso y de ciclo. Les espera a la mayoría un nuevo camino. No se me ocurre que puedan iniciar de otra manera el que probablemente sea el mejor verano de sus vidas que con una fiesta como esta. Prudencia, jovencitos.
Un par de bañadores, dos camisetas y unas chancletas. Es todo lo que he necesitado para tomarme un lujoso pero a la vez modesto fin de semana en el Puerto de Sóller. Y un par de libros a los que al final no he prestado mucha atención porque cuesta apartar la vista de este entorno paradisíaco y si, además, la excelente generosidad de Marga y Javier te obsequia con una excursión marítima hasta Sa Costera y al final de una relajada y prolongada sobremesa gastronómica te sorprende la puesta de sol antes de que las llamas de San Juan abrasen las primeras sardinas...
No hemos saltado hogueras ni encendido ni tirado petardos - ya no son años- pero hemos participado de la noche de verbena sobre el Puerto, "terraceando". Primer fin de semana de verano. No puede empezar mejor.
Feliz verano a todos. Prudencia, jovencitos. La vida tiene que ser larga.