lunes, 20 de mayo de 2019

El título de la edad

Los años que tengo ya me alcanzan para saber apreciar las cosas con mi propio criterio. Eso, que reconozco que puede parecer una perogrullada, me faculta para equivocarme por mí mismo sin necesidad de que otros me ayuden. Y cuando al final del día, si toca, recapacito y trato de averiguar si he actuado o no correctamente, me lamento de esos errores y hago propósito de enmienda, que dura lo que dura.

Semanas atrás tenía serias dudas sobre cuál debía ser mi proceder y decisión. Como en otras ocasiones en el pasado, tocaba reflexionar y asegurar preferencias para decidir, con criterio propio -no con el viral del guasáp- cuál, de todas las opciones, merecía mi valioso voto. De ser coherente con lo que más se aproximara a mi punto de vista en materias que considero vitales para mis intereses y por el respeto sobre cuestiones imprescindibles para mi país tendría que volver a votar con una pinza en la nariz. No estoy muy satisfecho con la actitud de la mayoría de los políticos....y no puedo decir mucho más por aquello del sigilo al que me debo y que respeto resignado, eso sí. 

Intento pasar página y contemplo los resultados con idéntico entusiasmo al que  me proporcionan los títulos futbolísticos de unos y los fracasos de otros. Entiéndase que uno tiene sus colores y a veces no basta con ganar Liga y Copa y es mucho mejor ganar la Champions o la Europe Ligue. Cuestión de ambiciones y de deportividad cuando no se alcanza ni un solo título.

Y ahora se avecina algo así como el partido de vuelta, o lo que es lo mismo la segunda oportunidad (¿la otra mejilla?) y aunque vamos, en esta ocasión, del distrito municipal a la cámara parlamentaria de la mismísima Unión Europea, pasando por la Comunidad Autónoma, seguimos jugándonos puntos muy valiosos. Un sinvivir que solo se tolera con grandes dosis de orfidal como dice mi querida Magdalena R. 

El escenario es inquietante e incierto el futuro. En lo que unos desafían y se encaran con el Estado, menosprecian a sus Instituciones y blanquean delitos y delincuentes, otros ciudadanos trataremos de seguir cumpliendo con nuestos deberes; pagar impuestos, tasas y recibos y circular por la carretera con el cinturón de seguridad abrochado, procurando no sobrepasar el límite de velocidad y con las dos manos en el volante.

Lo que, insisto, no me causa ya berrinche alguno es el fracaso de los demás -allá cada cual con sus objetivos- porque la edad, probablemente, proporciona (debería proporcionar) una cierta sabiduría a la hora de equivocarse y a la hora de reconocer errores y hacer lo posible por rectificar. 

El beso 

Si al menos fuera un beso robado, pero no. Es un beso impostado, ficticio, hueco de amor, estéril, de un afecto simulado. Entre la gerontofilia y la pedofilia. En política parece que todo cabe pero tal vez un poco de decencia no vendría nada mal. Lo pilló el Padre Toni y lo retrató con tino y finura en su homilía. No importaba ni referirse indirectamente a ello. Lo capté y punto. El amor no puede ni debe simularse: "resultaría insoportable". Bravo. 



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