En los últimos tiempos -y parece que viene de lejos- se está manifestando, cada vez con mayor frecuencia, un absoluto desprecio por quienes de una manera u otra y cada cual con su papel y función, tienen por prenda de trabajo un uniforme, un hábito, una sotana. Una parte cada vez más grande de la clase política y otra muy considerable de la sociedad civil arremete sin piedad contra un colectivo religioso - el católico, claro, porque no hay huevos para hacerlo contra otras religiones y a los buenos cristianos siempre les queda la otra mejilla, para que también pueda ser abofeteada- y militares -en general, porque también abarca en parte a la Guardia Civil en algunas zonas del territorio nacional-. No les quieren, parece.
Pues bien, regresen a sus cuarteles, escóndanse los militares y vuelvan a ser un gueto sin posibilidad alguna de integrarse en una sociedad que parece no quererles. Volvamos a los tiempos en blanco y negro. Que les devuelvan los economatos y las escuelas en recintos castrenses. Su dinero -impuestos - sí lo aceptan, sí vale. Su caridad (dinero, ropas, calzado y colaboraciones personales) sí vale, pero que nadie les haga una fotografía vistiendo un uniforme junto a algunas muy dignas ONG,s. en salones de juventud y de orientación profesional (Gerona, Barcelona, etc) No vaya a ser que se sientan incómodos sus desinteresados colaboradores, muy amantes de lo políticamente correcto.
Y los curas y las monjas a sus conventos y a sus clausuras, ora et labora, a amasar dulzuras y bizcochitos con los huevos (de las gallinas) que quieran aportar unos pocos feligreses.
Estas dedicaciones (pretendo al usar este término aunar profesión y vocación) va más allá de un horario, de una jornada de trabajo aunque, por supuesto, gozan de ciertos derechos (descansos, vacaciones, días para resolver asuntos particulares, etc). Pero no conozco ni curas, ni monjas ni soldados que en un momento dado, cuanto el servicio lo requiriera, no dejaría todo lo que estuviera haciendo para acudir a su puesto de combate (en sentido figurado, claro está, que nadie se asuste, por Dios)
Y mientras no llega ese momento y ojalá nunca llegue, pues vayan exponiendo sus mejillas para que sigan arreándoles una bofetada tras otra.....hasta la última gota de sangre.
En esa curiosa cruzada emprendida por la citada clase política y parte de nuestra población se producen escaramuzas, fuego cruzado y en ocasiones, se ha escapado más de un tiro entre las filas aliadas. Así, el por otro lado brillante Obispo ha manifestado su discrepancia con el hecho de que la escolta de un paso de la Semana Santa de Palma de Mallorca (todo con sus mayúsculas), constituido por una Escuadra de Gastadores, vaya con su armamento. 1, 2, 3, 4, 5......10!
Trato de ahogar mi vehemencia con esa cuenta hasta 10 antes de que me arrastre a donde no debe llevarme. He escuchado al Reverendísimo Obispo de Mallorca unas cuantas ocasiones. En directo, en un acto en el cual fue galardonado con un premio radiofónico, en alguna de sus homilías y en alguna que otra entrevista. Y he leído alguna de sus Cartas Pastorales, muy jugosas por cierto. No está ahí por casualidad. Es, insisto, un hombre brillante que para hablar -muy bien- en público no necesita unos cuantos folios ordenados encima de un atril.
En esta ocasión, tal vez, entre sus inteligentes palabras, se le ha escapado un perdigón (muy propio de aquellos curas de sotana negruzca de antaño) y ha impactado sobre el amor propio y prestigio de unos soldados que, con profunda y sobria emoción, participan activamente en nuestra Semana Santa.
Hay opiniones para todos los gustos. Mezclar religión y milicia no es bien visto por parte de algunos plumillas y de muchos ciudadanos. Pero he presenciado esos pasos escoltados por Caballeros Legionarios, Marinos, Militares y Guardias Civiles y he apreciado el reconocimiento de la multitud ante su presencia. Respeto y gratitud. Sus armas ni perturban ni amenazan a la gente de buena fe.
Un gastador sin armamento es una majorette -hoy en día, gogó-, Reverendísimo Sr Obispo.
Entre bomberos....
En esa curiosa cruzada emprendida por la citada clase política y parte de nuestra población se producen escaramuzas, fuego cruzado y en ocasiones, se ha escapado más de un tiro entre las filas aliadas. Así, el por otro lado brillante Obispo ha manifestado su discrepancia con el hecho de que la escolta de un paso de la Semana Santa de Palma de Mallorca (todo con sus mayúsculas), constituido por una Escuadra de Gastadores, vaya con su armamento. 1, 2, 3, 4, 5......10!
Trato de ahogar mi vehemencia con esa cuenta hasta 10 antes de que me arrastre a donde no debe llevarme. He escuchado al Reverendísimo Obispo de Mallorca unas cuantas ocasiones. En directo, en un acto en el cual fue galardonado con un premio radiofónico, en alguna de sus homilías y en alguna que otra entrevista. Y he leído alguna de sus Cartas Pastorales, muy jugosas por cierto. No está ahí por casualidad. Es, insisto, un hombre brillante que para hablar -muy bien- en público no necesita unos cuantos folios ordenados encima de un atril.
En esta ocasión, tal vez, entre sus inteligentes palabras, se le ha escapado un perdigón (muy propio de aquellos curas de sotana negruzca de antaño) y ha impactado sobre el amor propio y prestigio de unos soldados que, con profunda y sobria emoción, participan activamente en nuestra Semana Santa.
Hay opiniones para todos los gustos. Mezclar religión y milicia no es bien visto por parte de algunos plumillas y de muchos ciudadanos. Pero he presenciado esos pasos escoltados por Caballeros Legionarios, Marinos, Militares y Guardias Civiles y he apreciado el reconocimiento de la multitud ante su presencia. Respeto y gratitud. Sus armas ni perturban ni amenazan a la gente de buena fe.
Un gastador sin armamento es una majorette -hoy en día, gogó-, Reverendísimo Sr Obispo.
Entre bomberos....
... No nos pisemos los... je je je
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Asís.
Gracias.
....ni las mangueras. Gracias Chito.
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