lunes, 24 de abril de 2017

Primeras delicias playeras

Niño; deja ya de joder con la pelota.
Niño; que eso no se dice, eso no se hace...eso no se toca.

Juan Manuel Serrat "Esos locos bajitos" *



Durante la pasada Semana Santa se han abierto las puertas de las playas de Mallorca de par en par. Y los días siguientes al Domingo de Resurrección -vacaciones escolares en Baleares- hemos podido disfrutar de excelentes días de un abril agostado que nos ha brindado, a quienes no somos unos mallorquines ejemplares, la posibilidad de los primeros chapuzones. El agua está fría, sí, pero resulta muy difícil acercarse a la orilla en bañador y resistirse a la tentación del primer baño del año. Tardío para mí, por otra parte. Otros años, en enero ya he probado el agua. Este año, nevadas incluídas, ha sido imposible.

Imágenes de este paraiso.

Vacaciones a destiempo y muchos días seguidos con los niños en casa. Debe ser, sin duda, una excelente madre. Una de esas mamis guays y todopoderosas que, con idéntica eficacia y primor, sacan los moquitos del bebé, preparan con esmero y delicadeza excelentes cupcakes en meriendas infantiles, confeccionan baberos en petit point o macramé -qué sé yo-  y pasan la bayeta con el delyplus o hacendado por la vitro,  pero ha llegado a la playa totalmente despelujada, fuera de sí, casi histérica y no quisiera incurrir en machismo de tinta y papel. De verdad, parece una mamá ideal, pero la acumulación (la deflagración) de tareas con los pequeños en casa le debe haber empujado hasta la playa más próxima, más por necesidad que por propio interés. Le oímos decir, a voz en grito, a sus encantadoras criaturas y apenas son las doce del mediodía:

- Los hijos juegan con la arena, mientras las mamás tomamos el sol. Eso es lo que se hace en la playa. No estoy pasándomelo nada bien, id mas lejos a jugar con la pelota. Para estar así, nos volvemos a casa. Me estoy agobiando. Me habéis llenado todo de arena. Alejaos!!!!!

Los ciudadanos brexit siguen frecuentando nuestras islas. A tropel. Ya han tomado posesión de la primera línea de playa y remojan sus pinreles en la orilla mientras van tostando sus espaldas al modo que solo ellos saben tostarse: a fuego vivo. Dejan grafiteada en sus espaldas la huella de sus camisetas de tirantes del Chelsea o del Liverpool. Corre la cerveza como si no tuviera que haber un mañana. 

Las terrazas de Palmanova están abarrotadas. Lejos quedaron los tiempos en que, durante el largo invierno,  los bajos de lo hoteles y los locales comerciales pintaban sus cristales de blanco y el litoral mallorquín de las zonas turísticas parecía Chernóbil. ¿Se habrá logrado por fín desestacionar el turismo? Si es así, una amenaza sobrevuela nuestra economía: morir de éxito. Pero bienvenido sea el turismo y no es ninguna maldición ser el recreo festivo y lúdico de Europa si logramos mantener el equilibrio y no nos pegamos un tiro en el pie.

Bicis al borde del agua. No cabe duda de que la bicicleta forma parte ya del paisaje habitual de Mallorca. Su interior y algunas de sus pronunciadísimas cuestas son un magnético punto de atracción de miles de turistas que se han lanzado a nuestras carreteras. No hay ni una sola ruta que quede fuera de los circuitos ciclistas. Y muchas de ellas acaban en chapuzón. Bici y bañador. Otra fórmula económica de hacer turismo. No solo de golf vive el hombre. Todos los grandes hoteles tienen su parking de bicis. Tanto de propiedad como de alquiler. Todo esto está muy bien. Ahora a ver si entre todos, ciclistas y conductores, tomamos las mínimas medidas de precaución y evitamos otra gran lacra. La elevada siniestralidad de nuestras carreteras y dramáticas tasas de mortalidad. La bici no tiene más chapa y carrocería que la prudencia. A partes iguales entre conductores y ciclistas. 

Naufragio doméstico. Una embarcación grande, a motor, se hunde a escasas brazas de las corcheras de la playa de Portals. La popa va sumergiéndose y la proa parece pedir ayuda alzándose desesperadamente. La imagen es visible, casi palpable, desde la orilla. Cientos de bañistas, en fila de a uno, retratan y filman el acontecimiento en sus respectivos móviles. Cada móvil, un reportero. Los náufragos abandonan la embarcación apiñados en una pequeña canoa hinchable y con dificultad alcanzan tierra firme. ¿Qué salvarías en caso de un naufragio? Estoy convencido que no han tenido ni espacio ni tiempo para salvar nada más que sus móviles.

Conchitas. Mi hija menor y una primita de su edad se afanan en recoger conchas de la orilla. Todas blancas y de tamaño pequeño. Algunas llegan a casa y rellenarán un tarro grande de cristal. Hace muchos años, muchas de ellas quedaron en una caja de puros o de lápices de colores, no recuerdo bien.  Cromos vivos de mi niñez, de los arenales de Casteldefels y de la Costa Brava.

* https://www.youtube.com/watch?v=ao9wyogAlZI


lunes, 17 de abril de 2017

Sotanas, hábitos y uniformes

En los últimos tiempos -y parece que viene de lejos- se está manifestando, cada vez con mayor frecuencia, un absoluto desprecio por quienes de una manera u otra y cada cual con su papel y función, tienen por prenda de trabajo un uniforme, un hábito, una sotana. Una parte cada vez más grande de la clase política y otra muy considerable de la sociedad civil arremete sin piedad contra  un  colectivo religioso - el católico, claro, porque no hay huevos para hacerlo contra otras religiones y a los buenos cristianos siempre les queda la otra mejilla, para que también pueda ser abofeteada- y militares -en general, porque también abarca en parte a la Guardia Civil en algunas zonas del territorio nacional-. No les quieren, parece.

Pues bien, regresen a sus cuarteles, escóndanse los militares y vuelvan a ser un gueto sin posibilidad alguna de integrarse en una sociedad que parece no quererles. Volvamos a los tiempos en blanco y negro. Que les devuelvan los economatos y las escuelas en recintos castrenses. Su dinero -impuestos - sí lo aceptan, sí vale. Su caridad (dinero, ropas, calzado y colaboraciones personales) sí vale, pero que nadie les haga una fotografía vistiendo un uniforme junto a algunas muy dignas ONG,s. en salones de juventud y de orientación profesional (Gerona, Barcelona, etc) No vaya a ser que se sientan incómodos sus desinteresados colaboradores, muy amantes de lo políticamente correcto.

Y los curas y las monjas a sus conventos y a sus clausuras, ora et labora, a amasar dulzuras y bizcochitos con los huevos (de las gallinas) que quieran aportar unos pocos feligreses.

Estas dedicaciones (pretendo al usar este término aunar profesión y vocación) va más allá de un horario, de una jornada de trabajo aunque, por supuesto, gozan de ciertos derechos (descansos, vacaciones, días para resolver asuntos particulares, etc). Pero no conozco ni curas, ni monjas ni soldados que en un momento dado, cuanto el servicio lo requiriera, no dejaría todo lo que estuviera haciendo para acudir a su puesto de combate (en sentido figurado, claro está, que nadie se asuste, por Dios)

Y mientras no llega ese momento y ojalá nunca llegue, pues vayan exponiendo sus mejillas para que sigan arreándoles una bofetada tras otra.....hasta la última gota de sangre.

En esa curiosa cruzada emprendida por la citada clase política y parte de nuestra población se producen escaramuzas, fuego cruzado y en ocasiones, se ha escapado más de un tiro entre las filas aliadas. Así, el por otro lado brillante Obispo ha manifestado su discrepancia con el hecho de que la escolta de un paso de la Semana Santa de Palma de Mallorca (todo con sus mayúsculas), constituido por una Escuadra de Gastadores, vaya con su armamento. 1, 2, 3, 4, 5......10!

Trato de ahogar mi vehemencia con esa cuenta hasta 10 antes de que me arrastre a donde no debe llevarme. He escuchado al Reverendísimo Obispo de Mallorca unas cuantas ocasiones. En directo, en un acto en el cual fue galardonado con un premio radiofónico, en alguna de sus homilías y en alguna que otra entrevista. Y he leído alguna de sus Cartas Pastorales, muy jugosas por cierto. No está ahí por casualidad. Es, insisto, un hombre brillante que para hablar -muy bien- en público no necesita unos cuantos folios ordenados encima de un atril. 

En esta ocasión, tal vez, entre sus inteligentes palabras, se le ha escapado un perdigón (muy propio de aquellos curas de sotana negruzca de antaño) y ha impactado sobre el amor propio y prestigio de unos soldados que, con profunda y sobria emoción, participan activamente en nuestra Semana Santa.

Hay opiniones para todos los gustos. Mezclar religión y milicia no es bien visto por parte de algunos plumillas y de muchos ciudadanos. Pero he presenciado esos pasos escoltados por Caballeros Legionarios, Marinos, Militares y Guardias Civiles y he apreciado el reconocimiento de la multitud ante su presencia. Respeto y gratitud. Sus armas ni perturban ni amenazan a la gente de buena fe.

Un gastador sin armamento es una majorette -hoy en día, gogó-,  Reverendísimo Sr Obispo. 

Entre bomberos....

lunes, 10 de abril de 2017

Valores

A poco que nos esforcemos, a principios del año que viene, en ese otro concurso tonto de las nuevas aplicaciones de redes sociales y de los buscadores de internet, aparecerá como una de las palabras más buscadas/utilizadas en el presente 2017, al menos en España: valores, valors.

Una de las celebridades (por no usar irónicamente el palabro cerebridades,  que en el caso de existir dicho término debería tener su origen en la palabra cerebro y por tanto, encerraría en sí mismo una contradicción) que ha venido a nombrar la palabrita ha sido un jugador del Barça y de la selección española que acusa a un determinado club de ser depositario y expositor (su palco) de una serie de valores que a él no le gustan. Sería muy sencillo apuntarse o no a esa aseveración pero aunque lo estás deseando, no lo haré.

Hace unos días saludé a una de mis sobrinas que jugaba con otras niñas de su edad. Próxima a celebrar su Primera Comunión (como Honor, Bandera y Patria, todavía las escribo con mayúscula, querido Joaquín) le pregunté si estaba ya impaciente por ese gran acontecimiento del que se acuerda uno toda la vida y, por supuesto, por la fiesta que vendría a continuación. Al darme cuenta de la presencia de las otras niñas, ingenuo de mí, también les pregunté a ellas por su fiesta. La respuesta de una de ellas fue sencillamente lapidaria: 

-Yo no voy a hacer la Primera Comunión. Yo en mi colegio no estudio religión (esta en minúscula). Yo estudio valors.

Reconozco que quedé un tanto estupefacto por la naturalidad de su respuesta, por la seguridad con la que lo decía, por mi ignorancia respecto del contenido de esa materia escolar y, especialmente, por la incredulidad y escepticismo. He de entender, en sentido contrario, que ni nuestra Religión (con mayúscula) ni muchísimo menos nuestra Primera Comunión (también) tienen nada que ver con los valores. Será eso. Será que las enseñanzas laicas de los valores sí son saludables y útiles y, por contra, las que imparten las monjas (esos terribles monstruos que se comen a los niños crudos) en la formación religiosa de determinados centros escolares ni son tolerables ni deben ser divulgados  por estar contaminados por una orientación poco recomendable.

Lo que nos faltaba a estas alturas de partido era hacer colisionar los valores de unos contra los de otros. Y en este caso, está claro, hay que hacer prevalecer los de unos por encima de los de los otros y presumir que los valores de uno son mucho más solidarios, generosos y beneficiosos para los demás que aquellos otros, especialmente,  que tienen su origen en la formación religiosa. Y ya no digo nada si esa religión es la Católica (con mayúscula). Y si, además, se tratan y fomentan esos valores en el ámbito de la preparación de unos niños para la Primera Comunión....

Allá cada cual con su fe, con su sentido de la caridad, de la misericordia, de la solidaridad, de la generosidad, de la amistad, del respeto, de la honestidad, del sacrificio por los demás, de la lealtad, de la perseverancia, de la tolerancia, de la humildad, de la dignidad, de un largo etcétera y del sentido del amor al prójimo. Pero por lo que yo veo y escucho y por lo que he visto y escuchado a lo largo de mi vida, no veo que existan otros valores que puedan mejorar los que a mí me impartieron y los que todavía, hoy en día, compruebo que se imparten en el colegio de mis hijas; colegio concertado de sólida y saludable formación religiosa. Y bien orgulloso que estoy. Y no me importa si estoy equivocado. Trataré de ser coherente con la educación que recibí e intentaré inculcar todos esos valores a mis hijas. A mí no me ha ido tan mal y espero que a ellas tampoco les fallen.

Por ser coherente, al menos.

lunes, 3 de abril de 2017

BCN

Hubo que madrugar, pero mereció la pena. Aunque la razón del viaje no era  exclusivamente de placer, mal habría hecho si no hubiera tratado de disfrutar, siquiera por unas horas, de tu  paisaje urbano,  querida Barcelona.

Sí, ya sé. Un rato contigo y cientos en el olvido, pensarás. Y no es cierto. La vida, las circunstancias me han alejado de ti. Pero un solo elemento nos distancia, que no nos separa; el agua de esta mar azul, tan azul, tan mediterránea. Porque esa mar nos une. Tempestuosa y airada en ocasiones, dulce y acaramelada en otras. Mar que mece culturas y hermana lenguas. Mar que baña espectaculares monumentos  naturales. Me despide, desde la altura de mi vuelo, la imponente Sierra de Tramontana y al rato ya diviso los Pirineos, coronados con un leve manto blanco. Y entre ambos, tu mar, nuestra mar, como la buena madre de todos nosotros, con su reflejo cobrizo al mirarlo al contraluz del primer rayo solar, suspirando en su ligero aliento por el bien de todos. Madre, mar.....gracias.

Se me hincha el pecho y respiro profundamente al salir, por fin,  del metro en la Plaça dels Països Catalans (la corriente de aquellos nuevos tiempos municipales cambiaron placas y removieron la historia sin contemplaciones) y tomo la calle Entença, pegado a los muros de La Modelo, silenciosa y agonizante, testigo mudo de su propia historia. Llego al Clínico. Hoy, sopa de pasta para los internados. El aroma de caldo de gallina inunda el barrio. Pobres! que les aproveche y que no repitan mañana, aunque habrá otros...Y que el gasto de la urna de cartón no obligue a echar agua al caldo. Ya me entiendes.

Caminando, caminando llego a mi primer destino. Tu avenida Diagonal. Exultante y elegante en su arquitectura económica, bancaria y de negocios. De estos, unos florecientes y de frenética actividad. Otros, vestigios de un pasado mejor. Muchos desgraciadamente desaparecieron: Tic-Tac, Áncora y Delfín y un trágico y extenso sinfín que alegraron la vida  de unos niños que crecieron con la nariz pegada a sus escaparates y el tiempo los hizo mayores y  ahora anidan sus recuerdos solo en su memoria y revolotean esporádicamente al tratar de ubicarlos en sus antiguos locales y hacen sentir la profunda punzada de una pérdida irreparable que les coloca en un calendario real, el de hoy, el de esta fecha.

Cumplida con éxito la razón del viaje me dejo llevar por el aroma de esta gozosa primavera de final de marzo, bajando por tu Rambla Cataluña que a esta hora del mediodía ya es un bullicioso torrente de peatones; turistas, muchos, y barceloneses de variada etiqueta. Es como una pasarela de todas las modas y modos de vestirse y en su conjunto extraordinariamente atractivo. 

Circulamos todos automáticamente colgados del móvil; hablando unos, tecleando otros. Cada cual en su mundo y en el de su dispositivo, ajenos a este clavel reventón brotado por este sol radiante y amable que tolero con placer.

Cambio de acera y de calle. Cruzo hasta el Paseo de Gracia. Qué espectáculo. Más color y más bullicio. Más monumentos. Japonenes en manadas, con guías y móviles y palos selfie, fotografiándolo todo, fotografiándose entre ellos,  cada portal, cada baldosa, cada fachada. 



Vivo con intensidad y piso con firmeza esta moqueta de adoquines gaudinianos y paso junto a la Pedrera, pálida y reluciente y sigo descendiendo por la ribera derecha; libros, ropas, terrazas...y turistas, muchos turistas con más guías, con mas móviles pixelándolo todo. 



Llego a la Casa Batlló y cientos de visitantes guardando fila para entrar . Los de abajo fotografían todo lo que está por encima de sus cabezas; sus enormes ventanales y sus balcones como máscaras venecianas. Los de arriba fotografían lo que ocurre abajo, en ese paseo por el que galopan motos, autobuses colorados y taxis.



No me paro mucho pero yo también lo guardo todo en mi móvil. Sigue el color, el aroma de ciudad viva y las muchedumbres subiendo unas, bajando otras, colisionando entre sí y llego a la Plaza de Catalunya y echo la vista hacia atrás y me reencuentro con la imagen en blanco y negro del niño en su cochecito echando alpiste a las palomas.

Me aprieta el estómago y busco un local donde comer algo distinto a lo que se anuncia durante mi recorrido, cientos de fast food con cierta etiqueta. Quiero algo que sea gastronómicamente más barcelonés y, por casualidad, en la Calle de Santa Ana, entre la Puerta del Angel y las Ramblas encuentro lo más parecido. Un correcto menú con notables muestras de esa cocina tradicional y guiños a la cocina fusión y me inclino, sí, por una riquísima ensalada tibia de lentejas al afgano -eso no es catalán pero sí resultó determinante que fuera afgano- y un cap i pota con garbanzos, sencillamente sublime. 

Se va acercando el momento de tomar la ruta de regreso al aeropuerto pero a toda pastilla bajo por las Ramblas; Liceo, Casa de los Paraguas... hasta la calle San Fernando. Apurado por las prisas, todavía me asomo a la Plaza Real, muy transformada y abarrotadas todas sus terrazas. Sigo esquivando miles de turistas, sus móviles, sus trolleys pisando pies propios y ajenos. 





Huyo del trajín en cuanto llego a la Plaza de San Jaime y me dirijo a La Colmena; pastelería centenaria de escaparate art decó.  Cocas de llardons para viajar y los viejos  caramelos de naranja, tomillo, miel y limon....Subo por la vieja Via Layetana y me postro ante la Catedral y recuerdo, especialmente hoy, una de sus capillas, la de Santa Eulalia (Sor Eulalia Anzizu). En breve volverá a flotar sobre el chorro de una de las fuentes l'ou com balla e imagino que será una hazaña lograr fotografiarlo entre una marea de japonenes y curiosos.



Tomo el aerobus con el tiempo muy justo. Tan justo que llego a la puerta de embarque por los pelos, después de haber reeditado mi record mundial de carrera con obstáculos en terminal aeroportuaria,  con muchos obstáculos. Uff.....

Misión cumplida.

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...