viernes, 22 de julio de 2016

El ñu cazado por las leonas

Deberíamos aspirar a vivir en un entorno reconocible que solamente fuera cambiando, en cualquier caso,  al albur de nuevas necesidades, de nuevas tendencias arquitectónicas y tecnológicas pero respetando, en la medida de lo posible, el legado que nos dejaron la historia y nuestros mayores, sin que nuestras calles y plazas alteren sus nombres cada cuatro años. Frente a este deseo se opone el empeño de los recién llegados a la política del siglo XXI por cambiar el rumbo de la historia, me temo que desde el revanchismo, y que sería legítimo si fuera proyectándolo hacia un futuro común, pero que queda huérfano de sentido cuando tiene por objeto reescribir nuestro pasado. Y todo ello, tomando la debida distancia, reubicándonos en  las actuales situaciones social, económica y política internacionales, resulta todavía más absurdo. Que no nos pase nada, porque veremos quién viene a rescatarnos.

Alguien anduvo buceando en este blog en los pasados días y pescó antiguos posts. Gracias. Debió de merendar un buen arroz de bogavante, bailó en la cocina junto a Mick Jagger, tomó el 7 de la emeté de Palma y se topó con el tipo raro que viajaba en él, escuchando los agudos acordes del Lazy  de Deep Purple. Vaciló a la hora de decidir si acudir o no al encuentro con las urnas el pasado mes de junio, respiró la brisa fresca de un atardecer de primavera y le despertó la algarabía de cientos de golondrinas atareadísimas con el catering de sus polluelos. Me sonroja descubrir que mi blog sigue llamando la atención de fieles amigos y familiares a punto de alcanzar las catorce mil visitas desde aquel mes de noviembre de 2013, tan próximo, pero tan lejano.

El proyecto de la gran Europa se tambalea como ese ñu cazado por una manada de hambrientas leonas y desangrándose por el bocado de una de ellas que le arrancó de cuajo sus testículos. Es duro escribirlo así - y supongo que leerlo- pero esa imagen, disponible en youtube, me ayuda a expresar la impresión que me provoca la contemplación, a día de hoy, de la Unión Europea, sacudida por el arrebato británico, por la inquietante actualidad de Turquía y amenazada permanentemente por un fanatismo supuestamente religioso que genera miedo y desolación. Y si caemos en la cuenta, no relaja excesivamente saber que, tal vez, el factor corrector -el pendulazo- de la situación internacional se gasta un cómico flequillo rubio al otro lado del Atlántico...

Será cuestión de cerrar los ojos y dejarse llevar por la laxitud que provoca el aumento de las temperaturas a este lado del Mediterráneo, taparse los oídos con un par de auriculares y relajar toda la tensión. Disfrutemos del verano, cenando a la fresca en buena compañía, a la luz de velas y alejados de las miserias humanas de los malos políticos que seguirán traficando con síes y noes altivos y malsonantes, ofensivos como escupitajos a la cara de quienes seguimos creyendo fielmente en un sistema -el sistema- el que nos ha traído hasta aquí desde tan lejos y que parecen no querer respetar quienes pretenden desenterrar discordias extemporáneas que descansan en fosarios desde hace ya ochenta años. Monolito sí, monolito, no. Qué más da. Libre ya de toda simbología política, forma parte del paisaje en el que los ahora ancianos del parque besaron por vez primera y por el que pasearon a sus hijos primero y a sus nietos después. Dejemos que siga proporcionando sombra a los primeros pasos de sus bisnietos. En paz.

Me parece bien el resultado pero no deja de parecer ciertamente paradójico que el hijo rebelde que amenaza con no querer estudiar ni ayudar a poner la mesa, que castiga no asistiendo a la misa del domingo con el resto de la familia ni acude a comer con los abuelos, se ahorre los remilgos a la hora de extender su mano abierta, palma hacia arriba, para recibir su paga semanal; el sustento que corresponde por constituir grupo parlamentario propio. Ya está bien.

Mientras tanto, la civilización presuntamente intelectual, culta y formada de este occidente tan cool se entretiene cazando pokemons. Definitivamente, ese tren no puede llevarnos demasiado lejos y a mí me está entrando una irresistible necesidad de romper el cristal de la salida de emergencia y saltar en marcha. Vaya cuelgue! 

Collage grosero.

Un duende gamberro y chapuzas del blog cogió unas tijeras y un periódico del jueves...
 




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