lunes, 20 de junio de 2016

La Traviata

Se lo escuché hace unos domingos a Pedro Subijana en su colaboración quincenal en el programa de Pepa Fernández No es un día cualquiera. Le pedía esta una receta fácil, rápida, para trabajar poquito y quedar ampliamente satisfecho. Me sorprendió en un primer momento pero me quedé con la copla y pensé que había que probarlo: ¿salsa de huevos fritos?

Un sábado, contraprogramado por las circunstancias, me vi a las dos del mediodía, tras un largo partido de tenis, en casa y sin prole. Cielo gris, no playa. Me duché, me amorré a una estrella galicia directamente del botellín -casi helado- y con el pulso recuperado inspeccioné el fondo de mi congelador. Oh! tres espléndidos tajos de bacalao de Comercial Vera, perfectamente empaquetados al vacío, ya desalados. ¿Se descongelarán en poco tiempo? Lo comprobaré. Sin desprenderles su envoltorio los coloqué debajo de un generoso chorro de agua fría en el interior de un escurreverduras. Me fui a la caja de los cd,s de ópera. Recordé los magníficos programas que han pasado inadvertidos para gran parte del ganado televisivo que solemos languidecer lar tardes de domingo, no habiendo fútbol interesante. Me refiero la exquisita serie This is Opera, de Ramon Gener, que puede recuperarse en la página web de RTVE. Absolutamente recomendable para disfrutar solo o en buena compañía. Los placeres de la buena música y de la gastronomía si no son compartidos por los seres queridos y amigos no saben ni la mitad de bien. Por eso, entre otras cosas, estoy aquí y ahora.

La Traviata me pareció muy adecuada. Me imaginaba a Alfredo Krauss y Maria Callas subiendo por el ascensor de casa y entrando en mi cocina entonando las primeras estrofas de Libiamo ne' lieti calici... y yo, claro musitando los coros Ah! Libiam, amor, fra' calici, più caldi baci avrà...

Mientras sonaban los primeros temas, a todo taco, fui pergeñando la receta. Horno a tope, patatas panaderas, cebolla juliana, tres dientes de ajos y tres huevos frescos.

En esas estábamos, yo transformado en un  Alfredo cocinero, cuando aparece en escena mi amada Violeta, con la mirada extraviada -no iba a poder ser de otra manera- por el escándalo musical que, al parecer, era audible desde el garaje.

Hacia adentro del horno se encaminan las patatas fritas someramente y la cebolla bien fina. En menos de diez, quince minutos estarán listas. Frío tres huevos de buena calidad y los rescato del aceite cuando la blonda de la clara empieza a tomar el crujiente aspecto de puntilla dorada.



El bacalao está en temperatura y grado de humedad idóneo para -por sugerencia de Violeta- hacer un leve paseo por la plancha, casi una ligera insinuación a muy alta temperatura, eso sí. Que su piel ofrezca una delgada costra.


Coloco los tajos encima de las patatas y la cebolla y vuelvo a darle un golpe de horno. Cinco minutos es suficiente. El tiempo que tardo en volcar los tres huevos fritos junto con los ajos también fritos en el vaso de la batidora y un generoso chorrete de aceite de girasol y un puñado de sal....mayonesa de huevos fritos. 

Sobre el fondo de la sartén, rascando un poco la piel agarrada vierto un poco de aceite y unos tacos de ibérico cortado muy pequeño hasta que llegan a tostarse y añado unas gotas de buena ajada gallega.

Emplato y abro una botella de luminoso y fresquito albariño...



 Ah! Libiam, amor, fra' calici,più caldi baci avrà...


Larga sobremesa esta tarde tonta de un sábado de final de primavera, sonando desde la cocina los trinos de María Callas....gastronomía y música para compartir con los seres queridos.


http://www.rtve.es/alacarta/videos/this-is-opera/this-is-opera-traviata/3122698/ 

lunes, 13 de junio de 2016

Unos días de junio


Sabía desde el inicio del nuevo año que, devueltos los días de vacaciones que nos sustrajeron por culpa de la crisis a los empleados públicos -otros perdieron mucho más- llegaría el momento de poder disponer de ellos y disfrutarlos de verdad pese a que el límite de uso estaba fijado en el 14 de junio. No reparé en aquella fecha que parecía tan lejana en las primeras semanas y metido en la gestión tan peculiar en la que ejerzo mi actividad profesional todos los días nos hemos plantado en el mes de junio. 



Miré el calendario y, con desgana y cierta pereza, me pregunté a mí mismo qué sentido tenía tomar unos días de vacaciones antes del verano, más de diez días contando moscosos y fines de semana, si no  iba a poder ausentarme de casa en pleno final de curso y el mediodía le cae a uno sin darse cuenta. Volví a mirar el calendario y cuando el experto profesional en estos menesteres me diseñó la compleja estrategia de combinaciones posibles (para eso yo soy un perfecto inútil, pese a haber superado sucesivamente las condiciones de recluta, soldado y alférez alumno), resultó que podía marcharme el 3 de junio y no regresar hasta el quince. ¿Y qué hacer? ¿Dónde ir? Con todos los líos de la nueva obra de la comandancia; un tabique aquí, una ventana más allá; un expediente de obra así, tres presupuestos de suministro, la firma electrónica de las cuentas, el estado de ejecución de la caja.....¿cómo vas a largarte con esta guerra? Pues sí. Me fui, me he ido.



Así es que, a pesar de que con los primeros trinos me levanto de un brinco sobre las 6.30 y que no parece, por la hora de inicio de actividad, que esté de vacaciones, lo estoy. El paseo hasta el colegio en el primer servicio matutino se hace de otra manera. Los rayos de sol que son como dardos directos a los ojos en el traqueteo por la vieja Palma camino del trabajo, miman cariñosamente esa ruta cuando, de regreso a casa, puedo bajar la ventanilla y esa primera brisa de junio penetra en mis pulmones. Escucho la radio sin prestarle mucha atención y muy relajadamente disfruto echando un vistazo a las lomas que dibujan el armonioso perfil que rodea mi casa. Campos de golf en pleno riego y animosos deportistas aficionados que suben y bajan por esas cuestas; unos corriendo, otros caminando velozmente; unos con palos -esquiadores de secano- en padrí Miquel, de Son Rapinya, (¿se llamará así?) paseando con su fiel compañero; un perro mediano, de colores canela, negro y blanco que, ya sea verano o invierno, haga frio o calor, le acompaña.




¿Y qué voy a hacer yo estos días? Si me quedo en casa acabaré trasteando con el ordenador, entrando y saliendo de mil páginas, leyendo los digitales, calentando mi conciencia y mi humor con las majaderías de los políticos, etc...



Los escolares en el cole y la población activa trabajando - a Dios gracias-. El mundo puede seguir sin mí, así es que me sumergiré en el mar, ese privilegio que tengo, tenemos, al alcance de la mano. En poco más de diez minutos me siento frente a él, con este sol todavía tibio que en breve empezará a tostar mi piel por encima de las marcas que el tenis del invierno  ha dejado en mis piernas, en mis brazos, en mi cuello. Reparadora inmersión en las aguas turquesas y esmeraldas, con un fondo de arena blanca, tan querido, tan anhelado, tan añorado cuando uno se encontraba lejos, en medio de un desierto de otra arena y de otro aire amarillento y turbio. La acompaño con una zambullida simultánea en la última novela de Lorenzo Silva, Donde los escorpiones. Se ubica la acción en Afganistán, donde su sagaz Subteniente Bevilacqua (lo conocí de sargento en su primera novela) tiene que investigar la muerte de un militar español en la Base de Herat. La detallada y minuciosa descripción de ese entorno en las páginas ya leídas me transporta a aquella tierra hostil y envuelve ese baño de mar, tan lejano de todo aquello, en un continuo desfile de personajes -muchos de ellos reales y muy familiares- y de objetos y rincones sobradamente conocidos. Se me va la olla y pensando y pensando recuerdo a todos mis compañeros de relevo. Qué suerte haberlos conocido y compartido con ellos aquellos meses y haber vuelto todos sanos y salvos. Y por esos colores del mar; las turquesas, los jades, las esmeraldas, el lapislázuli, las amatistas....el joyero de Herat, el bueno de Said. A menudo me pregunto, con las vueltas que da la vida, si no será él uno de esos afganos que por sus especiales circunstancias logró salir de aquel infierno y ha emprendido con su familia el doloroso camino hacia la civilización y ya se encuentra, acogido, en España, cerca, muy cerca de ver su sueño hecho realidad: tener una joyería en Madrid. Si fuera por su bien, ojalá.








Leo un titular en un digital de información general, es decir no es de los que dedican sus páginas a la divulgación científica: "El alimento aumenta la resistencia a la acidificación del mar". Lo leo y trato de entenderlo. Me quedo igual. Mejor me baño en él y ya si eso....



http://www.elmundo.es/baleares/2016/06/08/5757f061468aeb111b8b464e.html


La vida te invita a vivirla. Si puedes, aprovéchalo. 

lunes, 6 de junio de 2016

Empieza el partido


Estamos a punto de tomar nuestros asientos para presenciar una nueva final. Eso, en el hipotético caso de que tengamos -y mostremos- el más mínimo interés en volver a tragarnos el pesaroso espectáculo que ya nos ofrecieron todos los contendientes hace medio año. Esto me obliga a reflexionar que entre unas cosas y otras y, en el mejor de los casos, no conoceremos el alcance de esta nueva contienda hasta bien entrado el otoño, con lo que, prácticamente, habremos perdido todo un año natural soportando una permanente campaña electoral. Esto es insufrible, insoportable.



La ventaja que nos aporta esta nueva intentona es que los candidatos -todos ellos, sin excepción- ya se han mostrado tal y como son y tal y como van a ser en el supuesto de que los recuentos de votos les resulten beneficiosos, en cada caso. Han desaparecido las caretas y  las pieles de cordero y asoma el pelo de la dehesa por encima de la gris alpaca, el blazer casual wear, el cuello abierto y desencorbatado, el esmoquin de camarero de casino de Entrevías, los vaqueros, las bermudas, el suéter a pelo, los meñiques-retrovisor, etc...



Y esa información visual va acompañada por la memoria que conservamos cada uno de nosotros respecto de los argumentos post-electorales y su contraste respecto de las promesas pre-electorales. Así que la campaña electoral que está por comenzar deviene inútil e innecesaria. Yo propondría colocar a los candidatos sentados en una silla, encerrados en una habitación y en absoluto silencio por el tiempo que estuvieran dispuestos a resistir la visualización de todos los videos del antes y después de todos los partidos y de todos los acontecimientos acaecidos en este país en los últimos seis meses. En silencio, sin réplicas. Que fueran ellos los que tuvieran que aguantar lo dicho y hecho por el resto y lo dicho y hecho por sí mismos hasta que, el que fuera capaz de resistir más que ningún otro, estuviera capacitado para asumir el compromiso de tratar de gobernarnos con ideas claras y responsabilidad. Será mucho pedir, me temo.



En el desarrollo de las últimas escaramuzas pre-electorales se ha producido un deshonroso empate. Los que marcaban líneas rojas y escupían violentamente sus acusaciones de corrupción a su rival, tienen mucho más que callar que antes. Ahora ya hay evidencia judicial. ¿Volverá a hablarse de decencia entre ellos? Y eso que ese nuevo episodio de actualidad judicial no sorprende a nadie. A estas alturas nadie se escandaliza cuando los principales telediarios de las cadenas de televisión se abren desde las puertas de los juzgados, como lo más habitual. Desde el plató se introduce la noticia mientras que en monitor se aprecia a otro reportero, pinganillo en oreja y alcachofa en boca, asintiendo repetidamente con la cabeza, esperando su turno de intervención. Coches de Policías, Guardia Civil y Policías Locales  trayendo y llevando presuntos delincuentes de los calabozos a los juzgados un día sí y otro también. Nada nuevo bajo el sol.



Esta semana pasada, unos amigos compartíamos mesa con una persona (no importa nombre ni género) con recién estrenada candidatura al Congreso. Le deseábamos suerte, por supuesto, pero le exigíamos esfuerzo y trabajo. Va a tener que emplearse a fondo pero ya emprenderá el viaje desde casa con suficiente advertencia y con la lección aprendida. El primer día, función: el Gran Hemicirco de Madrid abrirá de nuevo sus puertas. A ver hasta dónde llegamos esta vez. Suerte.



Mientras, en Barcelona, los clicks okupas de famobil siguen jugando a la guerrilla urbana. Es lamentable la imagen de una pobre abuela de Gracia regañando a esta chusma ante un policía local o mosso d'esquadra de brazos cruzados. Que se arreglen entre ellos, propone Ada. ¡Qué país! ¿Quién quiere vivir en un Estado en el que la Policía no puede defender con, digamos suficientes argumentos, la propiedad privada y la seguridad ciudadana? Ante todo eso, la gran burguesía catalana, ¿qué opina?



La Colometa de la Plaza del Diamante, tan débil y tan frágil se ha hecho muy mayor y ahora tiene que aguantar como su amado barrio de Gracia se convierte en el epicentro del movimiento antisistema urbano de media Europa. Para este viaje a la modernidad (progresista y reformista) no necesitábamos alforjas, que diría mi padre.



El ideario en la samarreta

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...