lunes, 8 de junio de 2015

Hacerse el sueco

Habría sido mucho mejor hacerse el sueco, pero mira tú por dónde, los españoles nos hemos  hecho un griego y entre peinetas, monjas, coletas y escrachistas, por la vía del multipacto vamos a reconstruir el proyecto de un nuevo futuro; un sistema antisistema que parece que vaya a fagocitarse a sí mismo, porque veremos qué dura y a dónde nos lleva.  Qué pereza!

A estas alturas de mi vida, a mis años, me habría venido mucho mejor, tras los resultados del 24M,  restregarme los ojos  con intensidad y, de regreso a mis cabales, poder leer titulares muy distintos a los del 25M. Vivimos en democracia y como, según parece, dijo Churchill (según versión de algún especialista, la frase es perfectamente atribuible a él): la política crea extraños compañeros de cama. Y si eso lo dijo por lo que él vivió, si por un momento emergiera su egregia figura desde su tumba  necesitaría un par de cajas de cohibas para empezar a entenderlo (he leído que se fumaba unos ocho al día). No se lo habría imaginado en la vida.

La realidad (la nuestra) ha superado a la ficción. Hace unos meses me desternillaba con la película francesa Dios mio, ¿pero qué te hemos hecho?, del director Philippe de Chauveron (ideal para una de las sesiones de pizza-peli de Herat).  El tradicional, católico y adinerado notario Claude Verneuil (Christian Clavier, Los visitantes no nacieron ayer) contempla resignado como tres de sus hijas han contraído matrimonio sucesivamente con un musulmán, un judío y un chino. La vida le reserva, no obstante, una sorpresa mayúscula e insospechada, que por respeto a los que quieran verla no diré. Sobre ese crisol de culturas y hábitos, haciendo malabarismos para tratar de mantener la armonía suficiente en el seno familiar, gira el día a día del pintoresco personaje y su feliz e ingenua esposa. Eso, claro está, en clave de humor, de comedia francesa.

Y nosotros,- en género de tragedia griega-  ¿qué te hemos hecho, Dios mío, para tener que tratar de digerir estos arcoiris multicolores, con los sectores más pequeños y de más variados tonos a la derecha, que en realidad es la izquierda?

El escalofriante giro a la nada que se avecina (me asalta a la mente una imagen de nuestro amado Estado tendido sobre el costado de estribor como el Costa Concordia) no me hace ni pizca de gracia. Tal vez está proporcionando mucho más entrenimiento a la prensa especializada que el anodino resultado de cualquiera de los anteriores comicios que dejaron como resultados amplias mayorías absolutas o ajustadas victorias  de cualquier de los dos grandes partidos políticos españoles. Andan todos los columnistas del país revelando sus conjeturas de política-ficción. Yo en lugar de dos cajas de cohibas (no fumo), necesito dos palés de scottex (pese a la presión de mis hijas, tampoco tengo un juguetón cachorro de  golden retriever) y estoy muy preocupado. Motivos, creo, no me faltan.

Dando por acertadísima la última expresion conocida de una afamada alcaldesa (repetida entre sonoras y gráficas exclamaciones), tras el morrocotudo trompazo electoral, tendremos ocasion de unirnos al proyecto de unos científicos interesados en averiguar el peso de la Vía Láctea. Seguro que, al menos,  nos tiene entretenidos los próximos cuatro años. Estrellas y estrellados.

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