lunes, 1 de junio de 2015

Comer, beber, amar (y no fumar marihuna)

Podría atribuirlo a la socorrida astenia primaveral o a una derrotista apreciación del entorno sociopolitico tras las pasadas elecciones (Dios mio, ¿qué te hemos hecho?) o a algunas de las útimas noches de insomnio, provocadas por el extremado celo reproductor gatuno (ellas mandan, sí), pero lo cierto es que pierdo gas. Sí, claro, están a punto de caerme encima los cincuenta y cinco, dirás tú que tanto me quieres,  pero, modestia aparte, me encuentro, tanto física como mentalmente, a tope y juego mis tres partidas de tenis semanales de dos horas de duración por sesión y mantengo el timón de mi prole con decisión y coraje (que no sobran nunca).  Sea por la razón que sea, resulta que algunos días me cuesta Dios y ayuda arrancar el motor y sacar la jornada adelante. ¿Me faltará algo de motivación? No sé; no tengo suficiente tiempo como para averiguarlo.

Creo que la pila vital de mi organismo, que es lógicamente psicológica,  está algo degradada y su carga y descarga, como en los móviles, empieza a dar síntomas de fatiga. Descarga en cuatro  mañanas y tres tardes de guerrilla y escaramuzas domésticas. Todo muy leve, pero aún asi.... Los descansos deberían ser más intensos, mas reconfortantes; las desconexiones, más placenteras. Así la carga también sería completa, no como ahora, que cargas una tarde de viernes; ese momento de la semana en que te tomas cuatro cañas o un par de gintónicos y a duras penas alcanza para la semana siguiente.

Jueves


Resulta muy saludable poner a cargar baterías también los jueves, como inicio del gin de semana, una cena algo más esmerada; un pescadito al horno o en cazuela, improvisando si hace falta, un poco de marisco y un buen albariño. Soltar el lazo que nos sujeta a la tediosa rutina de todos los días; descalzarse, pisar levemente, casi a hurtadillas,  el parquet o la alfombra afgana y respirar la fragancia especial que desprende una buena vela aromática, dejarse llevar por el ritmo cálido de la música adecuada, bajito, sin molestar a las niñas....(sin que ellas nos molesten, ni que se molesten entre sí)
 

Jugar al peloponeso; comer, beber, amar (no fumar marihuana...la mía que se la fume Morgan Freeman, yo no la necesito)

Si, además, te alejas del domicilio habitual, del mismo techo bajo el cual susurran y remugan los deberes y los mil quehaceres diarios y te lo llevas, por ejemplo, a un rincón del Puerto de Sóller o a San Júan (¡pruebalo ya, mequetrefe!)....miel sobre hojuelas. Palabra.

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