lunes, 15 de junio de 2015

Con los ojos de un niño

Creo que, por fin, hoy toca. Lo siento por aquellos (ellas, especialmente) que huyen del perfume del deporte como del aroma de una vieja España (tan nuestra) que desprendía una faria, aquellas tardes de domingo, sonando de fondo el carrusel deportivo, con Joaquín Prats o Vicente Marco (marcador simultáneo Dardo) y una copita de Anís la asturiana, su presencia siempre agrada, sobre la barra de mármol blanco de cualquier bar o en el coche familiar, de vuelta a casa, después del fin de semana.

Crece en mi conciencia una sensanción de inquietante malestar por la cada vez más estrecha identificación entre mi Barça  y el nacionalismo independentista. Un rancio amor provinciano que podría ser expresado de forma pacífica, democrática y respetuosa al resto de españoles,  que también tenemos derecho a sentirnos catalanes y, además, con el mismo y legítimo orgullo que se reconoce a andaluces, extremeños, gallegos, asturianos, murcianos, canarios, castellanos, manchegos, navarros, aragoneses, baleares, cántabros (ya sé, primos, santanderinos!), riojanos y vascos (bueno, a estos tampoco) a exhibir su encelado amor por la tierra de sus orígenes por un solo motivo; no ser ni exclusivos ni excluyentes.

De tal manera he aprendido a vivir en esa permanente contradicción interna entre mi afección por los colores de una camiseta y mi pesar por la derrota absurda en la que navega ese ultranacionalismo enconado que, a quien extrañado por mis preferencias, manifiesta no entender cómo yo, si yo, puedo seguir siendo del Barça, le contesto siempre lo mismo: veo y me gusta exclusivamente lo que pasa dentro del campo y cuando la pelota está en movimiento. 

Veo el fútbol con los ojos de un niño. Ya lo dije anteriormente; los ojos del niño que vio debutar a Cruyff en el Nou Camp, que coreó el nombre de Neeskens, de Sotil, de Reixach, de Asensi, de Marcial, de Rifé, de Simonsen, de Quini, de Archibald, de Krankl, de Maradona, de Schuster...cuando nadie sabía ni entonar Els Segadors. Me ausenté de BCN y seguí atento a ese Barça durante sus  largas travesías del desierto; desierto de copas y celebraciones, mientras los del Madrid ganaban, ganaban y ganaban. Duro para un niño (ya menos niño) al que apenas se le empañaban los ojos, ni siquiera por la rabia, al ver como los suyos no ganaban nunca.

Me veo ahora reflejado en los ojos de mi hija Ana, que a la mínima ocasión se enfunda la azulgrana de Qatar Foundation y jalea a Messi, a Piqué, a Iniesta y a Xavi, entre otros (que reconoce a la perfección). Y que lleva celebrados, en sus escasos diez años compartiendo  ese barcelonismo con su padre, cerca de veinticinco grandes títulos. Vaya contraste!

Un detalle; el sábado 6 de junio, acabado el partido, viendo la imagen de Xavi y Pirlo fundidos en un abrazo y a este último con los ojos empapados en llantos, tuvo una noble e insólita reacción. "¿Por qué llora, papá? Qué pena! Qué pobre! Me pone muy triste que llore un jugador de fútbol." Unos minutos después y ya en plena celebración, momentos antes de que Xavi levantase la copa, mientras el resto de sus compañeros del Barça, eufóricos, se asomaban al "balcón", saltando y riendo volvió a sorprenderme cuando dijo: "no os chuleéis, no  os riáis porque la Juve haya perdido. No está bien, que os están viendo". 

Un hijo nunca deja de sorprendernos.

Todo un ejemplo. Todo visto e interpretado por la inocencia de un niño. No preguntó ni por himnos, ni por banderas, ni por señeras ni por esteladas. No es su guerra. Tampoco la mía. (aunque me duela y claro que me duele). 


Y que nada de todo esto pueda ocultar que:

1. Me equivoqué cuando hace aproximadamente un año auguré el final de ciclo de Messi en el Barça y que nada de lo vivido en los últimos diez años volvería a repetirse. Decía lo siguiente:

"No creo que esté acabado Messi; es todavía joven y sabrá explotar su rendimiento físico, pero de lo que estoy convencido es de que todo su esplendor y los mejores años de genialidades ya los ha rendido y deberemos resignarnos a contemplar sus paseos por el campo, cuatro carreras letales y alguna ejecución magistral de una falta al borde del área. Nos lo dió todo y deja en nuestra memoria recuerdos imborrables"

Por circunstancias más que justificadas, no ví el partido de la final de Copa de S.M. El Rey y por tanto no pude ver en directo el primer gol de Messi. Luego, sí. He visto el video mil veces; novecienta noventa y nueve veces más que el video de mi propia boda. Sigo disfrutando con la jugada como un niño chico. ( y de mi boda, también)


Cuánto celebro haberme equivocado. Crecerán los recuerdos.

2. Ganar Liga, Copa y Champions en la misma temporada es un éxito incontestable. Bravo!

3. Se ha ido Xavi y todavía recuerdo cuando le hacían las primeras entrevistas y él contestaba con ese inconfundible acento. Un tipo serio y un ejemplo de carrera en el club. Que vuelva pronto!

4. Dejando el fútbol de lado, sigo confiando plenamente en Rafa Nadal. Le costará mucho porque, a falta de la técnica de otros jugadores, serán su mentalidad y su fortaleza física (pese a que la edad ya empezará a penalizarle en breve) las que tengan que conducirle a nuevos retos y por encima de todo, jugar para divertirse y pasárselo bien. Volveremos a vibrar con él en la Philippe-Chatrier y le veremos morder de nuevo la copa de Roland Garrós. Después de ver la sorprendente victoria de Wawrinka sobre Djokovic, tal vez, empezaremos a valorar lo que significa ganar este torneo nueve veces. Vamos Rafa!!!!

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