lunes, 26 de enero de 2015

La tolerancia madruga y viste de azul

El azul de la EMT va cargando y descargando pasajeros desde mucho antes de que Herrera se asome, siempre al ritmo de los trinos matutinos de Earth, Wind & Fire, en el programa del  Salas, minutos antes de las seis de la madrugada. Días pasados, un poco más tarde, no tomé el 7 desde mi domicilio, sino desde el centro de Palma. Cuando lo hago desde casa - pocas veces, es cierto-  para ir hasta el lugar de mi trabajo y  por ser la mía, una de las primeras paradas, el autobús todavía baja vacío y puedo elegir donde sentarme. Tengo mis preferencias y ese asiento en el segundo cuerpo de filas, junto al ventanal izquierdo, me permite observar cómo se va desperezando la ciudad y como va subiendo y apeándose todo el pasaje. Todos con  casquitos insertados, como yo; unos tal vez en la cope, otros en la ser, otros en ondacero y a juzgar por las risas, los más jóvenes con uno de esos insoportables programas de presentadores graciosillos gastando bromas a un cumpleañero. Otros, llevan su música y se nota por el indisimulado movimiento rítmico de sus pies, hombros o cabeza. El otro día se sentó a mi lado Ernie Loquasto, un tipo que no paraba de agitarse. Escuchaba su música (él y buena parte de los que le rodeábamos) al tiempo que desde la pantalla de su móvil, jugaba con ambos pulgares con una app de DJ. Iba tan enchufado -los lunes, el día más flojo,  le dejan pinchar su música en el Savoy- que parecía el David Ghetta de la EMT. (¡Maestro de la metáfora, Jose Luis Alvite!*)

Siguen subiendo y apeándose rostros anónimos (más femeninos que masculinos) de todas las razas y lenguas y al llegar a la Plaza de España es como si llegara al edificio de la ONU (espero que Nacho Lens siga haciendo su trabajo de forma excelente y que no haya dejado de colocarse toda clase de objetos circulares o semiesféricos sobre sus ojos, sacándonos la lengua a todos, durante el coffee break en el Midtown de Manhattan - Abrígate, Nacho, creo que viene nieve). Aquí, junto a nuestra más modesta Avenidas, pasan y tienen parada un altísimo porcentaje de los autobuses de Palma y todos ellos se llenan o vacían en cuestión de segundos. Me fijo especialmente en ciudadanos cuyas pieles y  ropajes delatan su procedencia y variado origen y me estremece pensar que el ser humano sea capaz de generar tantos y tan absurdos odios y amenacen, algunos de ellos, con violencias salvajes, a seres inocentes y me vienen a la mente imágenes que todos tenemos presentes, de la vida real o de la ficción y pienso que nada de eso tiene sentido. No me consuela, siquiera, refugiarme en la lógica ni en la cordura y ratifica mi pesimismo el famoso homo hominis lupus de Hobbes (y mucho siglos antes de él, de Plauto) y que llega por la falta de aprendizaje en una adecuada convivencia. Creo que España aceptó, hace muchos años, que sus calles, sus escuelas, sus transportes públicos, sus ambulatorios y el resto de sus servicios sociales acogieran, como ciudadanos propios, a quienes, viniendo de todos los rincones del planeta, decidieron buscar trabajo y oportunidades en los tiempos en que sí se daban. No sería justo que ahora nos viéramos amenazados por el mero hecho de no creer en lo que muchos de ellos creen y por no practicar sus ritos y protocolos de fe.

No justifico la barbarie ni el salvaje ajuste de cuentas de París porque el crimen no tiene justificación ninguna pero también entiendo que nadie tiene derecho a difamar las creencias de ningún ser humano, por muy absurdas o anacrónicas que puedan parecerle a los más excepticos, ateos o agnósticos. Es muy fácil, además, burlarse de los fieles de religiones o creencias no violentas, jamás rencorosas (especialmente esa que nos sugiere poner la otra mejilla), mancillando sus símbolos o los dogmas que los representan y  en los cuales se sustentan. No obstante, insisto, no es justificable y resulta brutalmente desproporcionado, responder a esa burla innecesaria mediante el fuego indiscriminado de un kalashnikov. Perdemos mucho todos. 

* Solía cerrar Jose Luis Alvite,  con sus crónicas desde el Savoy, la semana de Herrera en la Onda. En algunas ocasiones era necesario escuchar dos y tres veces su colaboración semanal para conseguir entender el sentido de sus palabras. Era un retrato metafórico de lo absurdo. Voz y ánimos derrotados pero inimitable e ingenioso sentido del humor. Queda, gracias a internet, mucho de su repertorio; frases lapidarias que a cualquiera le habría gustado escribir. 

lunes, 19 de enero de 2015

la cuestecita de enero

Esta expresión, que constituye una de las más frecuentes de nuestro hispánico acervo popular, se halla presente en la mayoria de las conversaciones informales fugaces que se dan cuando, en estas fechas, te encuentras con gente conocida, por la calle.

Reflexionando sobre ello, entiendo los motivos que nos hacen sufrir tanto a partir del preciso instante en el que el arbolito de navidad vuelve a su caja y queda encerrado en el trastero de casa, junto con las bolas y las figuritas de nuestro particular "belén", reyes magos incluídos, aunque a  algunos parece que les joda.

Empezamos a atacar la cuesta de enero, inconscientemente, en el falso llano del mes de diciembre, justo en el preciso instante en el cual nos ingresan la nómina y su paga extraordinaria incluída y sus cifras embriagan nuestro sentido común y nos elevan el poderío, nos entra una frenética "comprera", como dicen por aquí y deshechamos, por impertinente, la correspondencia bancaria que sigue llegando a su ritmo, al propio tiempo que los comercios y gestores de grandes superficies comienzan a frotar sus manos. Le sacamos brillo a la banda magnética de la visa, que se la pisa y llegamos a casa como si fuéramos mensajeros de amazon.

A mí, la cuestecita de enero me sirve para agotar todo el crédito de vacaciones del año anterior -será que soy muy mal gestor de mis días de ocio- y enero tras enero me veo, después de dejar a mis hijas en el cole, tomando el caminito en dirección opuesta a la del resto de papás encorbatados y mamás sobre sus andamios jimmychoo de las rebajas, que continúan viaje hasta sus puestos de trabajo.

Me espera la bici en el garaje, si no la llevo ya a cuestas junto con la mochila con la toalla y el bañador  y la raqueta de tenis en el maletero. Tengo tiempo suficiente para darme un buen paseo a pedales por la bahía de Palma, junto al mar, contemplando, desde las calmas de enero, un panorama digno de ser disfrutado a pleno pulmón y con final feliz, o sea, chapuzón en el agua. Me cruzo en mi ruta con una saludable tercera edad (o cuarta, a veces) que pasea su alterada y vivida bioquímica, por recomendación facultativa. Les llamo, desde hace tanto tiempo que mis hijas eran aún incapaces de repetirlo, las colesterolinas; esas señoronas mayores, de barriada de la periferia, que se han pasado su vida devorando todas las dietas habidas y conocidas y que ahora han descubierto el "nordic walking" y con ello,  sin duda, lo que les va a resultar más eficaz: el ejercicio físico y al aire libre. Agrupadas en un pelotón, como si participaran en una de esas emocionantísimas y vibrantísimas competiciones de esquí de fondo, pero en secano, arreando bastonazos contra el suelo y largando, joe si hablan, hablando mucho de sus cosas, de sus cuitas...y  pasa uno por su lado y suenan sus voces como si les salieran del mismo ombligo, a través de una tronera de aluminio.                         

Playa de Palma, 13 de enero, primer baño del año.

lunes, 12 de enero de 2015

Ni ratón ni pulgar, eso aquí no funciona.

El brigada Vila seguía destilando su fina ironía y su muy mala leche y vertiéndola impíamente sobre concejales y políticos de una ciudad del levante español con su inigualable maestría (Los cuerpos extraños. Editorial Destino. 2014). Es mi personaje contemporáneo favorito de ficción y es su creador, Lorenzo Silva, uno de mis novelistas policíacos preferidos. Lo es, tal vez, porque me resultan muy familiares los escenarios en los que ubica sus tramas, pero además, porque aprecio su estilo, su prosa y muchas de sus expresiones y opiniones y, por encima de todo ello, sus convicciones sociales de las cuales hace portador y difusor a su principal protagonista, el investigador de la Guardia Civil,  Bevilacqua, Vila.

Dias atrás, traspasada la vorágine de idas y venidas en coche del cole a casa, de casa a la extraescolar de turno o al súper, disfrutando del ciclo vacacional escolar, pude, por fín, sentarme una mañana de sábado sin raqueta, en la zona de picnic del club; yo sólo, al solecito de diciembre, sin móvil, sin cervezas, ni patatillas, ni niños alrededor. Cruzar las piernas, desenfundar el libro y ponerme a leer. ¡Qué maravilla! Me había olvidado de tal manera de la libertad de poder sentarme a solas con un libro, que me puse a mirar a mi alrededor, incrédulo ante la situación de poder entregarme unos minutos a tal placer. Si es muy fácil, mira; se abre por el punto que colocaste en la anterior sesión de lectura y allí por donde te parezca que lo dejaste, sigues leyendo; palabra a palabra, línea a línea, párrafo a párrafo. Pero hazte un favor, al final de la página, no presiones con el pulgar sobre la esquina, ni desplaces suavemente la yema del índice de lado a lado del libro, ni busques una ruedecita de ratón conectado a un puerto usb, ni intentes localizar una flechita "intro", para pasar a la página siguiente. Esto es un libro de papel y tapas de cartón donde aparecen unos personajes en un determinado tiempo y lugar y que, en la ficción o en la realidad, te cuentan una serie de historias que atrapan tu atención y transforman tu cabeza en un órgano pensante que debería ir asimilando esas situaciones y, como un director de escena, colocando a cada cual en su papel, en el entorno para el cual fue creado o en el cual existió.

Recuerdo con cierta nostalgia aquellos tiempos en los que podía casi caerse el mundo y seguir enfrascado en un libro. Amén de las obligaciones personales y familiares, la oferta de ocio fácil, que nos asalta a cada momento a través de cualquiera de las pantallas o monitores que tenga uno a su alcance, es de una estulticia enfermiza y según algunos estudios, supera la centena, las veces que nuestra mirada se dirige y posteriormente nuestro dedo índice, a lo largo del día, a la pantalla del minúsculo dictador telefónico que llevamos encima; una gran y pesadísima cruz de la que cuesta desembarazarse. Ahí está otra vez, con su pitido, con su lucecita. Lo dejas en el coche o te lo olvidas en casa y cuando lo recuperas tienes cuatro o cinco, o muchas más,  llamadas perdidas (cada cual con su "sms" correspondiente) y una batería de whatsapp de varias conversaciones que te preguntan dónde estás, qué haces, que hemos quedado a las tantas horas en no sé donde y que compres pan o suavizante, discos para desmaquillarse,  o así.....

El grado de realización personal (satisfacción) debe ser directamente proporcional al grado en el que cada ser humano pueda disfrutar y atender sus inquietudes propias y no las ajenas que te vienen simplemente con un interesantísimo video de unas estupendas tías en pelotas o un imbécil en gayumbos rojos, deseándote un feliz año.

Y yo, como un imbécil más, me acuso de darle a la teclita y reenviar esos mensajitos, a cuál más absurdo, por lo que reconozco que no estoy en condiciones de  tirar la primera piedra. 

Por favor, no me mandes un whatsapp, a ver si tú sí que eres capaz de tirarme una piedra. Esperaré leyendo un rato, al solecito de enero, disfrutando de mis vacaciones de invierno.

lunes, 5 de enero de 2015

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:


Este año me he portado muy bien. He ido todos los días al trabajo, menos las vacaciones, claro y he hecho mis deberes sin protestar. He obedecido, a la primera, a mi mujer y a mis hijas (incluso mi mujer, no ha tenido que mandarme nada, porque yo lo he hecho sin que me lo pidiera - soy así-). Me he cepillado los dientes todos los días y también me he afeitado. He pagado todos mis recibos (el de la hipoteca, también) y todas las facturas con su I.V.A. y estoy al corriente de todas mis obligaciones tributarias. Ordeno todos los días mi cuarto y no me he peleado ni un solo día con mis hermanitos ni he discutido con mi madre. Si me habré portado bien, que ayer no destrocé la tableta en la que había visto el partido entre la Real Sociedad y el Barça.

Este año no os voy a pedir nada para mí, pero sí dejo unas cuantas peticiones. Para España, os pido que pueda salir de la horrible crisis económica que ha padecido durante los últimos años y que hubo quien se limitó a negar y falsear, como algunos políticos griegos. También  que la liberéis de esa putrefacta lacra que es la corrupción y  que viene de la mano de muchos políticos de todos los partidos. También os pido, aunque se que os va a costar mucho, que vuelva al Tesoro Público todo el dinero que se han ido llevando muchos delincuentes aprovechados y también la inmensa riqueza que ha generado ese dinero  y que se vayan a la cárcel todos los que han puesto sus sucias manos en la Caja con intención de enriquecerse, lejos de la de servir a los ciudadanos honrados. También pido una justicia ágil, rápida y eficaz que consiga que, el que la haga, la pague enseguida, de forma inmediata, sin que tenga que pasar tanto tiempo que lleguemos, unos a olvidarse de todo o no saber y  los demás a olvidarnos del daño que nos han hecho.

Para el resto del mundo, os pido que desaparezca el absurdo odio de esos pirados islamistas radicales que, entre otras atrocidades absurdas, ven en los cristianos de hoy en día un enemigo inexistente, que dejen de amenazar a la humanidad con violencia y muerte de seres inocentes y que respeten la convivencia pacífica entre los pueblos, así que cuando volváis para vuestras casas, les podrías echar lo que os haya sobrado de vuestro oro, incienso y mirra por encima de sus cabezas, a ver si ven algo de luz.

Junto al turrón, la leche y el agua para vuestros camellos os he dejado alguno de los juguetes que me trajisteis el año pasado para que, por favor, os los llevéis. Os dejo el circo de playmobil, porque  los payasos se adueñaron de una parte de la pista y reclamaban su independiencia, pero exigían cada vez más luz de los focos y que los mayores aplausos fueran siempre para ellos y no consentían que los trapecistas ni los domadores hablaran su propia lengua sino que tenían que contar sus chistes y hacer sus mismos ruidos. Al final era un juguete aburridísimo; todos los días, lo mismo.

También os dejo el monopoly poque no he conseguido que nadie quisiera jugar sin hacer trampas ni especular y además estaba lleno de concejales de urbanismo que no hacían más que recalificar parcelas sin bajarse del mercedes.

Como habréis podido comprobar en el belén se me ha colado una figurita que dice que conocía a los padres de la Virgen María y que gracías a él supo que había sido concebida y que iba a dar a luz al niño Jesús. Creo que se llama Nicolás pero no he tenido cojones de echarlo. El asunto está en manos del juez Castro y eso me alivia un poco. Echaréis de menos al caganer Sánchez, pero es que estaba tan metido en su papel y eran tan reales sus deposiciones que lo he tenido que dejar en el cuarto de baño porque no hacía más que ensuciar y ensuciar. Lo he dejado colgado toda las fiestas con Calleja, el de Cuatro, para que cuando tenga que limpiarse con el papel no se me mate. En su lugar he puesto otro caganer que dice llamarse Pablo. Creo que tampoco lo va a hacer nada mal, aunque estos últimos días se me ha ido de farra con unos griegos y no sé yo....

En fin, os daréis cuenta de que no pido para mi, sino para todos los que queremos hacer las cosas bien y vivir en paz, los que queremos que nos dejen trabajar de forma honrada, sin padecer abusos y con sueldos dignos, acordes con nuestro rendimiento y entrega (¿estamos?) y contribuir a que nuestros hijos puedan disfrutar de un futuro mejor de lo que se adivina. (Y el año que viene, una mejor y más familiar Navidad).

P.D. Una última petición: unas zapatillas de felpa para mi vecinita del piso de abajo, para que cuando entre o salga a las seis de la mañana no despierte con sus taconazos y andares flamencos a toda la comunidad y que ha conseguido que ayer, domingo, mentalmente y a esa hora,  empezara yo a escribir esta carta.  Si no se las podéis traer vosotros, no os preocupéis; se las dejaré yo mismo en su buzón de correspondencia.

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...