lunes, 28 de agosto de 2023

De la plancha de Yoli al picotazo del gañán

Empecé esa mañana de domingo acudiendo al pasatiempos favorito de la yoli en jornada de reflexión: sobre la tabla de la plancha tratando de borrar las arrugas de camisas, polos, (niquis o nikis, como tu quieras, Pedrito), algún pantalón, unas servilletas del último evento y muchas camisetas. La arruga es bella pero hace muy poco favor a quien la viste.

La temperatura subía y antes de licuarme encima y a la espera de que empezara la gran final del mundial de fútbol femenino decidí encender el aparato de aire acondicionado. Los goterones de sudor que resbalaban por mi espalda, por mi nuca, por mis brazos y por mi cara amenazaban con echar al traste todo mi empeño en liquidar la montaña de ropa atrasada. Antes de que se advirtiera la llegada del aire fresco tuve que sucumbir y pase de la yoli a la eva (amaral) y decidí despelotar mi torso; por la libertad, por Rocío, por Zahara, por Rigoberta... por la madre que me parió, a la que recuerdo, años 80, ya levantada antes de las seis de la mañana en la coladuría de la calle Miguel de los Santos Oliver, en Palma, al regresar nosotros de farra, con los diarios bajo el brazo y una hermosa ensaimada. A esa hora y no más tarde, con el fresquito de la madrugada, era a la única en que podía dedicarse a la plancha. (ella totalmente vestida, eso sí).

Pensaba en las imágenes de este feroz verano y en los distintos hitos de foto fija que, como cuentas del rosario, han ido jalonando la actualidad. El bocado en la oreja de Rivera, el niño Sancho sobre el motorino y sus herramientas de descuartizador thai, el gallo frito de Cala Barques (lloro y me emociono con su recuerdo) y por último -o penúltimo, que verás como viene algo o alguien y te lo jode- el pico de Rubiales ("uno de los suyos", no lo olvidemos) a la jenny y su maiqueljackson en el palco junto a SM...pero en qué cabeza cabe y qué necesidad. Y como los chistes malos, lo peor, siempre, la explicación, la justificación, la excusa, el exabrupto que suena como una coz en la boca, como un eructo al oído. Y por supuesto las reacciones de los/las/les políticas de guardia en las redes sociales.....

Estamos muchos ciudadanos tan cabreados y hemos acumulado tanta inquina -justificadamente- en las últimas semanas que este gañán se ha llevado los palos propios y los que les pudieran corresponder a otros gañanes y gañanas como él o peores (si cabe).

Si algo positivo hubiera que destacar de este bochornoso espectáculo global es que parece que no está todo perdido y que todavía conservamos, aunque sea por lo que sea y en pequeña cantidad, capacidad de sorpresa e indignación ante la ordinariez y el mal gusto.

Y, finalmente, al margen de todo lo anterior y en el marco actual, yo como súbdito leal, eso es lo que esperaba de S.M. ¡Gracias!

Ay Dios mío, pero qué te hemos hecho? Qué lejos me quedan las Islas Cook!!!

lunes, 21 de agosto de 2023

Un excelente gallo de San Pedro.

Fue una ensoñación. O, tal vez, no del todo. Sobre un frondoso lecho de aritos de cebolla fritos y de idéntico modo, cubiertos por otra densa capa de más aritos, emergían maravillosos tajos de un excelente gallo de San Pedro. Fresco, crujiente, frito con maestría...y luego el suculento y magistral arrocito negro de la casa. Un excelente menú, a la sombra y bajo el auspicio de la amabilidad y del buen hacer de Miquel y sus leales colaboradores. Un blanco de godello (Ribeira Sacra) y rematado con una viudita (Graciosa Majestad), un gintonic, a medias, de postre. Restaurante Cala Barques, en la Cala San Vicente, Pollensa






Apuntaba con mi mirada a los altos peñascos del imponente Cavall Bernat, la fantasmagórica silueta de un águila con sus alas desplegadas sobre embarcaciones fondeadas y bañistas, al tiempo que la leve brisa mecía los algoritmos digestivos y las divagaciones del merecido sesteo.



Apareció la chica de la tabla de paddle surf y se insinuó con un ligero contoneo de sus hombros, un algo así como ¿me acompañas con la pala? Se fueron caminando descalzos sobre la arena hasta la línea del embarcadero y, respetuosamente, sin sobrepasar el margen del canal de salida de la playa fueron alejándose lentamente, palada tras palada, hasta el exterior de la cala, donde las turquesas y las esmeraldas aguas resguardaban de miradas próximas el lenguaje de sus cuerpos. Desde la orilla una sola silueta se definía sobre el horizonte. Sin palabras se dijeron todo lo que cabía hablar y tras el éxtasis zambulleron sus cuerpos en un mar de fondo arenoso, un cristal líquido y casi gelatinoso, entre azul celeste, verde esmeralda y añil. El aire limpio dejaba al detalle la contemplación de los arbustos y matorrales que cubrían aquellos peñascos. A última hora de la tarde se respiraba el aroma del ocaso de un verano que empezaba a fundirse como una loncha de queso sobre una plancha en el fuego.

Una jornada épica, gastronómica....espectacular.

P.D. no existe registro fotográfico de la tabla de paddle surf 





lunes, 14 de agosto de 2023

Las nancys la tocan bien

Sobre el duro cemento de la pista de deportes del Colegio Burgos nos jugábamos el prestigio, cuando no la barbilla, los jóvenes colegiales de doce, trece y catorce años, poco antes de que nos diera por dejar la pelota y empezar a escondernos en algún rincón donde echar unas caladas furtivas a un celta sin filtro o un ducados.

Con el calzado de vestir, aquellos primorosos (siempre color burdeos) Pielsa, o Sebago  -lo más pudientes- y todavía con el pantalón gris corto del uniforme, jamás dudábamos en poner el pie. La lucha -fraticida y sin rendición- era entre los que estudiábamos inglés y los que estudiaban francés. Ni el Profesor Cagbó ni mucho menos el cursi e indigerible Salamano sospechaban que sus respectivas secciones de idioma de aquellos cursos de bachillerato expusieran tanta épica en los recreos de esas mañanas setenteras.

Por entonces muy pocas niñas estudiaban en aquel centro, masculino en su origen. Y las pocas que había lo más cerca que estuvieron del fútbol sería al recibir algún balonazo, jamás intencionado, por supuesto.

La incorporación del deporte femenino a las portadas de actualidad fue muy tardía. Es cierto que de aquellos años sonaban nombres como Mari Paz Corominas (natación), Carmen Valero (atletismo) y poco más. Nadie imaginaba, por entonces, que un buen día las niñas cambiarían las muñecas por un balón de fútbol.

Sí es cierto que en algunas películas americanas taquilleras de los ochenta, repentinamente, en un campo de deporte aparecían niñas persiguiendo uno de los balones de la época. Supongo que formaba parte del marketing que obtuvo como resultado que EEUU haya sido la más galardonada de las selecciones femeninas de fútbol mundial, más exitosa incluso que el masculino.

En los últimos años por mi desmedida afición por casi todo tipo de deportes televisados, me ha llamado la atención el crecimiento y auge del futbol femenino y he sido testigo del meritorio (cómo ignorarlo) recorrido del Barça, vigente campeón de Europa. Sin ánimo de profetizar creo que en los próximos años va a pisarle los talones, en cuanto a atención mediática, al masculino. 

En el Mundial que se está celebrando en nuestras antípodas se está viendo fútbol de gran nivel; las jugadoras no son marrulleras, dominan el balón, se posicionan correctamente y hay equipos que juegan realmente muy bien, destacando jugadoras que podrían jugar perfectamente en más de un equipo masculino.

Las niñas que cambiaron las nancys por el balón de reglamento, la mayor parte de ellas con vistosas coletas rubias o morenas, han aprendido a tocarla y lo hacen bien.

jueves, 10 de agosto de 2023

Bocados en la oreja y besos apasionados

Cada cual a lo suyo. Intentaba concentrar mi atención exclusivamente en las últimas páginas de una de las lecturas de este verano. Era misión imposible. Si me calzaba los auriculares suponía una descortesía con mi compañera de orilla. Por contra y en la más absoluta de las maldades, los vecinos de toallas tendidas en la arena, los fumadores de costo, los desconocidos parlanchines de verborrea incontenible y demás semejantes amenazaban a mi comprensión lectora. Y eso que no tenía entre mis manos un artículo de física cuántica (Oppenheimer).

No me quedó mas remedio que echar mano del veterano ipod y rendirme a los malévolos algoritmos por los cuales se suceden las canciones en una secuencia aleatoria. La vieja música nunca falla y jamás te abandona.

Bailaba la aguja mágica e imperceptible de un tocadiscos imaginario, rehén de una memoria trasnochada y caduca, lo sé, y volvían a mis oídos ritmos poperos de las noches de los ochenta y noventa. Clásicos de las pistas de baile,  mediterráneas unas y atlánticas las otras, latían con fuerza renovada y las acompañaba yo percutiendo con mis pies sobre la arena, desinhibido de mi entorno y liberado de las agresiones acústicas del vecindario.

Y lograba leer y entender con el ritmo adecuado para liquidar esa novela y afanado en descubrir el autor de aquel doble crimen.

Y a quien le importa, pienso, los bocados en la oreja entre lascivos y horteras de la vampi al ex-político o los besos apasionados de esa parejita de cantantes reguetoneros....la vida, mi vida, está ahora en la orilla, en unos deliciosos días de tregua agosteña que amenaza con acabar, sincronizando el final de esta calma térmica al remate de mi novela. Y antes de que vuelva el bochorno a pocos días de culminar el ascenso del verano, advirtiendo ya la proximidad del ferragosto y de las rampas de descenso hasta septiembre.

Se vaciará la playa, a última hora de la tarde, contra un sol que empieza a ocultar su fachada y que deja sin tonos el horizonte, de un monocolor pardo en el que solo se advierte la ligera cresta espumosa de unas olas que apenas suenan, apagado el rumor por las canciones de mi viejo ipod.



Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...