lunes, 21 de diciembre de 2020

El cesto de la ropa sucia

Se nos está acabando este 2020 tan extraño y echando la vista atrás solo soy capaz de ver un siniestro rastro de prendas tiradas por el suelo y al fondo, entre brumas y vapores malolientes, un gran cesto de ropa sucia desbordado por todos sus costados. Es la imagen de la desolación, del caos y del desorden. Es la sensación de una permanente huida hacia adelante dejando atrás, abandonadas, las ropas de un viaje a ninguna parte que está durando demasiado tiempo.

No parece que tengamos por delante un camino claro ni una ruta cierta. La Navidad nos ha pillado todavía con el paso cambiado y, por supuesto, con mascarilla. Pasarán las fiestas y el bichito seguirá habitando entre nosotros y posiblemente más virulento, si cabe.

La ropa sucia no es la propia. Es también la de todos los vecinos descuidados, ciudadanos irresponsables que lo fían todo a una vacuna que, a estas alturas, aún está pendiente de que verifique su eficacia. Son también los gayumbos de personajes nefastos que, como no teníamos suficiente sufrimiento con la epidemia por sí misma, han hecho lo imposible por enfrentarnos y distinguirnos entre fachas y rojos, blancos y negros, flacos y gordos, rubios y morenos, ellos y ellas, homos y heteros, culés y merengones, y así, un sinfín de cualidades (buenas o malas) que distinguen a los seres humanos. Por sus hechos les conoceréis, decía la Biblia. Por sus odios los reconoceremos, digo yo.

Si el afán por dividir se hubiera aplicado a la hora de imponer un liderazgo y encontrar -consensuadamente- medidas adecuadas para el tratamiento y gestión de la pandemia, tal vez otro gallo nos hubiera cantado y si, en el peor de los casos, todavía no la hubiéramos encontrado, por lo menos no nos encontraríamos tan divididos ni señalados recíprocamente. 

Me temo que, por desgracia, empezaremos el nuevo año y nadie se hará cargo del cesto de la ropa sucia que seguirá al fondo del siniestro pasillo, acumulando prendas sucias y malolientes.

Y así cuesta mucho quitarse la mascarilla para sonreír y desearnos unas felices fiestas.

A pesar de ello, te deseo una feliz Navidad y un nuevo año que nos permita vestir nuestras mejores prendas, limpias y planchadas.


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