lunes, 25 de noviembre de 2013

Mi lunes

No estoy muy seguro de que esta primera entrada llegue a tener continuidad. Tampoco estoy muy convencido de que vaya a tener periodicidad diaria, semanal o mensual. En cualquier caso,  voy a lanzar este proyecto por la necesidad de seguir manteniendo latente el pulso de una estrecha relación que, producto de mi permanencia en Afganistán, me ha mantenido unido a mi familia y a un montón de amigos que han seguido, todos los lunes, mi breve relato de misión.
 
Evidentemente se ha generado un cambio de escenario. Del entorno hostil y árido hemos pasado a un paisaje urbano occidental. El factor humano, tan próximo en Herat,  se ha diversificado al regresar a territorio nacional. Al margen de los destinatarios de esta crónica familiar y para mis buenos amigos, aparece el vecino,  el padre o la madre de otros niños del colegio, el vendedor de cada uno de los comercios que frecuento, los compañeros de trabajo y otros tantos ciudadanos anónimos, rostros habituales del día a día. A todos ellos  los  habría abrazado con efusividad el primer día de mi estancia en Palma de Mallorca, retomando el placer de compartir, con cada cual en su justa proporción, el tiempo que le corresponde en el devenir diario de mis ocupaciones y ocios.
 
Han transcurrido ya dos semanas desde que volví a pisar suelo español y desde entonces no ha dejado de llover. Albergaba esperanzas, los últimos días de misión, contemplando la información meteorológica que me proporcionaban los medios digitales, de zambullirme, por fin, en el mar e incluso dejarme llevar por el viento, aunque fuera suave, sobre mi vieja tabla de windsurf. Ha sido imposible. Día tras día, el amanecer, cada día más frio y oscuro, ha ido indefectiblemente acompañado por el tintineo de la lluvia contra las persianas de mi dormitorio y sobre el tejado. Habrá que esperar para poder captar las saladas sensaciones del agua de mar sobre mi piel.
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Un verdadero placer poder aparcar al final del día en este callejón de gatos para encontrarme con los de mi clase, eso que tan bien definía la canción, "feo, fuerte y formal".
    Gracias, es un buen refugio, y me hacía falta.
    Iñigo

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